El circuito maldito

Óscar Ramos Ayerra
Óscar Ayerra REDACCIÓN / LA VOZ

MOTOR ON

Es un autódromo desconocido aunque lleva casi 100 años entre nosotros, es el cuarto circuito oval más antiguo del mundo y el único que conserva su trazado y estructura originales. Sin embargo, Terramar lleva desde los años 50 semiabandonado, la mala suerte lo persigue.

19 mar 2017 . Actualizado a las 17:18 h.

En el 2009 la nueva sociedad propietaria de este anillo de hormigón encuadrado en unas 50 hectáreas de terreno pretendía rescatarlo del olvido y reconvertirlo en un parque temático del motor para exhibir coches clásicos y actuales. Contaría con un museo, un hotel y un centro de experimentación. Su inauguración estaba prevista para este mes. Hoy todo sigue igual, casi abandonado. Parece que la mala suerte acompaña a este circuito desde que se inauguró en 1923.

Hace 94 años

Construido en 300 días, todo un récord para la época, Francesc Armengol, empresario catalán entusiasta del mundo del motor, junto con otros promotores tuvieron la idea de erigir un punto de atracción turística en Sitges, donde además de una ciudad jardín incluiría el primer circuito de automóviles permanente de España.

El coste del autódromo fue de tal envergadura, 4 millones de pesetas, que no fueron capaces de hacer sostenible un negocio que a priori parecía de éxito. Empezaron por eliminar los premios económicos para los ganadores, que suponía el único sustento para los pilotos en aquel entonces, por lo que fue apartado del panorama internacional de velocidad y relegado a competiciones y exhibiciones de segundo orden, acrecentando así las deudas y los acreedores. Su mala suerte había comenzado. En 1927 el Estado embarga los terrenos por impagos. En 1930 un nuevo propietario lo compra y tras algunas inversiones consolida diversas competiciones de coches y motos, incluso exhibiciones con aeroplanos. Sin embargo en el apartado económico seguía siendo un pozo sin fondo, lo que obligaría a cerrar nuevamente en 1933, justo antes de la guerra civil. En los años años 50 se celebran algunas competiciones ocasionales pero sin demasiado éxito, lo que desemboca en su cierre definitivo en 1955.

Utilizado como campo de cultivo y granja avícola ha llegado hasta nuestros días, gracias a ello sigue casi intacto en cuanto a su estructura primigenia. Ahora son muchos los apasionados por el mundo del motor quienes, con permiso de los dueños, pueden «tocar» con sus coches el mismo firme con el que se corría hace casi 100 años.