El café, licor cerebral

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL

10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Consejo de Castilla (actual Consejo de Estado) le encargó al bueno de Jovellanos un informe sobre las mejores maneras de entretener a los ociosos, vagos y malandrines. Había demasiados en aquella España dieciochesca. Algunos sin oficio ni beneficio, otros de naturaleza inclinada al morapio y al aguardiente, y muchos de clase noble poco dados a los estudios y menos al trabajo. Había arraigado la costumbre de asistir a espectáculos sangrientos, sobre todo basados en luchas entre animales (luchas de toros) o la propia lidia del toro con final de muerte. Jovellanos era contrario al maltrato animal y así lo escribió y lo explicó en multitud de ocasiones cuando fue requerido para presidir una celebrada y multitudinaria corrida. Estudió las fiestas, romerías, juegos y entretenimientos tradicionales en toda España y escribió su informe. De él nos interesa destacar que Jovellanos, de nombre Gaspar Melchor Baltasar -que ya hay que tener unos padres con poca imaginación y mucha mala uva-, defendía la necesidad de que se establecieran «cafés o casas públicas de conversación y diversión cotidiana, con juegos sedentarios y lícitos de naipes, ajedrez y damas, los de útil ejercicio como el billar, la lectura de papeles públicos y periódicos, las conversaciones instructivas y de interés en general…». Y todo eso por que, al margen del interés de nuestro ilustrado -y un poco ingenuo- hombre de Estado en las tertulias, los periódicos y los juegos sedentarios lícitos, el café estaba de moda. Muy de moda. El café y las otras plantas milagrosas traídas de ultramar, como indicó el Licenciado Antonio Lavedán en su Tratado de los usos, abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, té y chocolate (Imprenta Real, Madrid, 1796). Antonio Lavedán era cirujano del Ejército y de la Real Familia, nada menos, y lo que escribía era como un ensayo avalado por la Corona. Sobre el café, en ese delicioso librito, escribió: «produce muy buenos efectos su moderado uso, como es corroborar el estómago, ayuda a la digestión, aumenta la memoria, aviva la imaginación y causa alegría».

La infusión, a finales del siglo de Las Luces, se había extendido por todas las ciudades populosas, como Madrid, Cádiz, Barcelona y otras partes, dijo Lavedán. Una de esas «otras partes» fue la villa de Ferrol, establecido el comercio portuario con La Coruña una vez regularizado el correo marítimo con los paquebotes mensuales a Cuba. La ciudad naval estaba bien surtida de barriles de café en verde, y pronto surgieron tostadores, comerciantes y establecimientos públicos de café, compitiendo ferozmente con las tradicionales tabernas y mesones. El pasado 1 de octubre fue el Día Internacional del café. Jovellanos lo celebraría.