Tengo a Ángel Mato por hombre sensato y paciente. Falta le hacen esos atributos de carácter que le presumo en las circunstancias actuales, y en la realidad estructural del municipio, a la cola en los estadillos que relacionan presupuesto municipal y censo poblacional. Somos pobres de solemnidad y nos ningunean: por aventurar una paráfrasis propia de Eme punto Rajoy diría que si el Gobierno es amigo, por eso, y si es adverso, por eso. Pero aquí estamos, sin un can. No se trata de un hándicap específico de Ángel Mato, no. Forma parte de la mochila que ha de cargar cualquier alcalde de esta ciudad. Ahora bien, Mato Escalona es responsable de algunas de las empinadas cuestas que se encuentra en su trayecto como alcalde. Alguna, propia de pipiolo, con perdón. Sin ir más lejos, ¿por qué no le pregunta a los del PP cómo se hacen las obras? Cuando es el PP quien levanta las calles, los ferrolanos de orden son comprensivos con las molestias, saben que es el inevitable peaje para mejorar; cuando al PP los contratistas no le cumplen los plazos de los proyectos, los ciudadanos de bien se quejan de la informalidad de las constructoras que afean la buena intención del regidor; etcétera. A ver, hombre, alcalde, pídale la receta al PP, que ellos saben urbanizar una calle sin cortar el tráfico ni levantar las terrazas, y aun peatonalizar —palabra anatema para la derecha— y simultáneamente incrementar las plazas de estacionamiento en esa misma superficie; ah, y saben que las ventas de los comercios son directamente proporcionales a la velocidad de circulación de vehículos de las calles en las que están los negocios. Soplar y sorber. Pregúnteles, hombre, no se corte.