A pesar de que el tiempo en la cocina ha sido largo, el guiso de los presupuestos del gobierno de Jorge Suárez no parece demasiado apetitoso. Le faltan ingredientes. Está poco hecho. Posee cierto aroma a improvisación y, sobre todo, por lo visto hasta el momento, los comensales invitados a la negociación no le ponen muy buena cara. Por no gustar, no le gusta ni a la concejala de Obras del propio partido del alcalde. Poco dinero para tanta «fochanca», viene a decir. Y razón no le falta... El guiso de las cuentas, como se ha dicho, pasó mucho tiempo en la perola. Tantas veces dijo Suárez que ya estaba para servirse y tantas veces quedó la mesa vacía... Y llegada la hora de sentarse a buscar apoyos entre sus «aliados naturales» para intentar sacar adelante el presupuesto, se le da más emoción al tema cuestionando en los tribunales una decisión plenaria sobre las dedicaciones exclusivas, apuntando directo al PSOE de Beatriz Sestayo. Pero en el gobierno municipal nunca hay crisis. Hasta que estalla. Todo va rodando, hasta que deja de rodar. Todo está en orden, hasta que llegan las contradicciones y las paralizaciones. El borrador de presupuesto -el documento económico maestro en cualquier Ayuntamiento para plasmar políticas e intentar mejorar la ciudad- huele a moción de confianza. Se sabe. Mientras, al vecino, le toca seguir esperando... Me quedo con un comentario reciente de un oyente de Radio Voz Ferrol. «¿Es que hay baches de izquierdas y de derechas?». Pues oiga. Igual no.