El PSOE de Sestayo paga la cara factura de una continua «liorta»

Andrés Vellón Graña
Andrés Vellón ANÁLISIS

FERROL CIUDAD

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La encuesta de Sondaxe refleja a las claras varias conclusiones. La primera, y más importante, es que Ferrol continúa abonado a la minoría y la fragmentación del voto. A nadie le alcanza para lograr los trece ediles que puedan dar estabilidad a un proyecto político de cuatro años. Y ninguno de los cinco líderes políticos que protagonizan los plenos en el Concello, ni uno solo, logra el aprobado por parte de la misma ciudadanía que les ha votado.

Todo esto en un municipio en el que tanto la zona urbana como la rural tienen importantes problemas en lo macro -paro, dependencia, pérdida de población, necesidad de pulso económico y de sacudirse el monocultivo del naval...- y en lo micro. Porque en lo micro, en lo cotidiano, en el día a día, el gobierno de Jorge Suárez y la oposición se han enquistado en una continua gresca, en una liorta de tales dimensiones que provoca que la gestión municipal brille por su ausencia y que temas capitales como la elaboración del presupuesto y su aprobación parezcan una quimera.

La cara factura de toda esta situación la paga el PSOE de Beatriz Sestayo, que lleva a sus siglas, en la cuna del socialismo, a mínimos históricos, bajando de los cinco ediles obtenidos en las últimas municipales (que ya fueron escasos) a solo dos. Entre los numerosos socialistas ferrolanos -afiliados y simpatizantes- abunda quien considera urgente un cambio en el seno de la organización a la vista de que se navega a la deriva. Y planes para abordar ese cambio los hay. Otra cosa son los arrestos para plantearlo con seriedad.

De esa caída libre de los socialistas saca tajada Ferrol en Común y el alcalde. El grupo de gobierno -en el que permanecen las dos edilas que se presentaron bajo las siglas del PSOE- sigue ganando concejales y se coloca con ocho. La falta de gestión y las continuas polémicas que han marcado el mandato, ya en su ecuador, quedan tapadas, como ya se ha dicho, por la debacle del PSOE y por el tirón entre el voto más joven. Eso a pesar de que Suárez recibe un severo suspenso, con un cuatro raspado, y de las continuas críticas que llueven por la inacción de su gobierno. Pero un aroma de victimismo y el culpar del bloqueo de la ciudad a una pinza entre PP y PSOE, de momento, le funciona a Suárez.

El BNG de Iván Rivas sigue cotizando al alza después de haber tocado fondo. Sin alardes, y manteniendo discurso y marca, sube de dos a tres concejales y su portavoz es el más valorado. Aunque también suspende. Lo mismo que la popular Martina Aneiros. Logra el PP -en continua crítica al gobierno- ser el partido más votado, de largo, pero no la mayoría absoluta ni con un pacto con el edil que mantendría Ana Rodríguez Masafret con Ciudadanos. Adolece Aneiros de falta de conocimiento público y también sufre que la sombra de Rey Varela como líder local es alargada. ¿La clave para el puzle? Más que nunca, la gran bolsa de indecisos, voto en blanco y voto oculto. Sin olvidar que los candidatos que presente cada formación pueden, también, ser determinantes en la foto finish. Para crecer. O para hundirse.