Un riachuelo subterráneo obligará a modificar el proyecto de Armas

FERROL CIUDAD

cesar toimil

El arquitecto autor del diseño dice que ya prevén la posibilidad de canalizarlo

11 feb 2018 . Actualizado a las 22:30 h.

Dos meses después de que el Concello de Ferrol hubiese introducido las reformas apuntadas en el anterior informe negativo de la Dirección Xeral de Patrimonio, el proyecto de remodelación de la plaza de Armas sigue a la espera del nuevo informe. El arquitecto coruñés Carlos Alberto Pita, autor del diseño junto con dos compañeros de su estudio, confía en que la resolución del organismo dependiente de la Xunta sea positiva y que llegue lo antes posible, ya que considera que el mes de marzo sería el adecuado para el inicio de las obras, principalmente por la plantación de los árboles.

No obstante, el arranque de la intervención propuesta para este importante espacio de la ciudad también tendrá que aguardar a la aprobación de los presupuestos municipales.

Pero por el camino se han destapado otras circunstancias que, sin duda, obligarán a retocar o ampliar el proyecto inicial, que está presupuestado en 1,2 millones de euros. Y es que el subsuelo de Armas está cruzado por un riachuelo que a mediados del siglo XIX incluso aprovisionaba la fuente de las aguadoras en el obelisco en honor al marino Churruca, que ocupaba el centro de la plaza en la que hoy se asienta el ayuntamiento.

Según la información facilitada por el historiador ferrolano Juan Antonio Rodríguez-Villasante Prieto, el riachuelo en cuestión aparece recogido en planos del siglo XVIII, pero en las planimetrías posteriores no consta su localización exacta. Se sabe que discurría por los terrenos existentes entre las calles Tierra y Rubalcava, y que en la zona de la alameda del Cantón confluía con otro río que bajaba por la plaza del Callao, para desembocar en un mismo cauce en la ría de Ferrol.

El hecho de que se hubiese utilizado para suministrar la fuente del obelisco de Churruca en una época en la que Ferrol ya disponía de alcantarillado (1846) y alumbrado público de gas (1847), pero las casas no tenían agua corriente. La citada fuente era el recurso del que disponían para su trabajo las aguadoras hasta que en el año 1911 se prohibió seguir vendiendo agua de las fuentes públicas.

Teniendo en cuenta el aprovechamiento que se le dio en su momento, se estima que el riachuelo que discurre desde la zona de Canido puede conservar aún un caudal importante. Se sospecha que podría estar canalizado, al menos en parte, pero habrá que aguardar a levantar el firme de la plaza de Armas para conocer su situación actual. Cuando se acometa la demolición será el momento en el que también se descubra si surge alguna otra «sorpresa», aunque el arquitecto Carlos Alberto Pita confía en que no. En cuanto al riachuelo, señala que ya cuentan con esa posibilidad y que la solución pasaría por la canalización del mismo.

Desde su punto de vista, aún teniendo que hacer frente a ese inconveniente «hay tiempo de sobra» para acabar la remodelación de la plaza de Armas antes del final del presente mandato. «Lo ideal sería comenzar las obras en marzo, pero si es mayo o junio también podremos hacerlas con tranquilidad», apostilla.