«Un tercio de las demencias pueden ser prevenibles»

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Miguel Alonso es investigador en un hospital de Harvard. Estudió el efecto de la dieta asiática en el alzhéimer

21 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Alonso (Ferrol, 1974) hizo la especialidad de Neuroloxía en el antiguo hospital Xeral-Cíes de Vigo antes de mudarse a Estados Unidos. Es el investigador principal para el hospital Beth Israel Deaconess, en Harvard, del estudio Look AHEAD Extension. Un programa en el que participan los Institutos Nacionales de Salud (NIH), con más de 5.000 expertos de todo el país.

-La alimentación es una de sus líneas de investigación, ¿en qué trabajan?

-Estamos siguiendo a personas de edad media que tenían sobrepeso y diabetes tipo 2 a las que se les hizo una intervención intensiva de cambio de hábitos de vida hace diez años. Ahora estudiamos el impacto de esa intervención. Su legado. Cómo ha influido en términos de salud cerebral, función cognitiva y riesgo de padecer demencia.

-¿Cómo puede influir la dieta?

-Es importante, pero es solo un componente. Hay que englobarlo dentro de los estilos de vida. Se cree que un tercio de las demencias serían prevenibles solamente con cambiarlos. Se han concretado nueve factores clave. En la edad temprana es importante recibir una buena educación. En la edad media de la vida cuentan la hipertensión, la obesidad y las pérdidas auditivas. En edades mas tardías es importante abandonar el tabaco, tratar enfermedades como la depresión y la diabetes, aumentar la actividad física y potenciar las interacciones sociales. Parece ser que modifican el riesgo por su impacto beneficioso en procesos patológicos que contribuyen al desarrollo de la enfermedad, como la disminución de la resistencia a la insulina, la corrección de las dislipemias y la reducción del estrés oxidativo y la inflamación cerebral. Es importante que la población tome conciencia de que el estado de salud es algo proactivo, cuenta lo que se hace día a día. Eso sí, cuando la enfermedad está instaurada, el potencial de mejoría disminuye.

-¿Habrá cura?

-Hay más de cien productos terapéuticos de los cuales más de 15 están en ensayos clínicos avanzados (fase III). La mayoría buscan alterar la vía de la beta-amiloide, una proteína que se acumula en exceso y de forma patológica en el cerebro de los pacientes con alzhéimer. Otra diana es la vía de la proteína tau, relacionada con el andamiaje y los sistemas de transporte neuronal. Se han definido los mecanismos moleculares que llevan a estas disfunciones. Sin embargo, el desarrollo de nuevos tratamientos ha sido muy dificultoso.

-¿Cuánto habrá que esperar para una vacuna o medicamento?

-El tema de las vacunas es especialmente complicado. Quizás sea posible tener una, pero en el horizonte de una década. En el caso de nuevos fármacos modificadores de la enfermedad deberían estar listos en cinco años o incluso menos. Los actuales son sintomáticos, se basan en el aumento de acetilcolina, un neurotransmisor para la memoria y la atención, pero no afectan a los mecanismos causales.

-¿Qué aprendió de su experiencia en Okinawa (Japón) o Icaria (Grecia)?

-Ambas se consideran zonas azules, con unos índices corroborados de salud y longevidad excepcionales y muy baja incidencia de demencias en el caso de la isla nipona. Realmente, allí la vida es muy simple, sin estrés, se cultiva todo lo que se come.