La fragata

Beatriz García Couce
Beatriz Couce EN LA GRADA

FERROL CIUDAD

22 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante diez años, medio centenar de noruegos pasaron a convertirse en unos vecinos más de Ares, en donde encontraron un modo de vida similar al que llevaban en su tierra. Las familias, que rotaban conforme iba avanzando el programa de construcción de las cinco fragatas para la Armada de su país, de las que se encargaba el astillero ferrolano, declararon siempre sentirse muy cómodas en este pequeño municipio y se marcharon dejando atrás muchos amigos y buenos recuerdos. Su cercanía y sus costumbres -como la de acudir a las botaduras de los navíos ataviados con los trajes típicos de su tierra- también tuvieron su impronta entre los ferrolanos, trabajadores de la antigua Bazán y militares españoles, que los trataron.

El pasado día 8, cuando la cuarta fragata de la serie, la Helge Ingstad, colisionó con un petrolero en aguas próximas a Bergen, y cinco días después prácticamente se quedó hundida, la noticia despertó sorpresa y pesar en Ferrol, pese a que Navantia nada tuvo que ver con el percance. Esta es una ciudad naval. Son sus barcos. Da igual en la flota en la que se integren, y por ello se explica que día a día se mantenga el interés por los pasos que se están dando para intentar reflotar el buque.

Las imágenes de la Helge Ingstad, empujada por los remolcadores a las rocas, primero, escorada después y prácticamente hundida, por último, no deja de levantar sentimientos entre los ferrolanos, expectantes por su rescate.

Mientras, en pocas horas, Ferrol volverá a marcar un hito en la construcción naval, al botar el primer buque logístico para la Armada de Australia. Otro de los barcos a los que siempre estará unido.