Vicky Nores y Alberto Langtry, amigos que acabo de perder, fueron y serán muy importantes en mi vida. En la social y en la íntima, que protejo con pudor y cuidado y a la que solo tienen acceso aquellas personas a las que de verdad les importas, muy especialmente en los momentos difíciles. En los fáciles, en esos en los que la vida sonríe, siempre hay quien te acompañe…
Tanto Vicky como Alberto me ofrecieron la palabra que necesitaba, cuando el viento en contra me empujaba hacia la senda más peligrosa que podemos elegir si nos faltan las fuerzas o si nos sentimos señalados: la soledad buscada. Y, sobre todo, me regalaron su amistad y su cariño. Ya sé que puede que a mis lectores no les interese, o les extrañe, este testimonio tan personal. Pero está escrito con la intención de regalarles mi recuerdo, sencillo como esta bitácora, con el deseo de que sea un pequeño impulso contra el olvido de quienes, además, han sido ferrolanos en la dimensión más importante y útil para la dinámica social y económica de la ciudad: emprendedores y pioneros
Alberto será siempre esa sombra amable que buscaré entre la niebla que envuelve la eternidad, cuando, en mi paseo por nuestras calles solitarias, crea escuchar el sonido de sus pasos y sentir el calor de su abrazo.
Vicky nos dejó una numerosa familia (de la que me siento muy cerca y a la que quiero) que conserva la impronta de su fuerza, de su sonrisa, de su ternura y de esa elegancia interior que solo se descubre en la cercanía.
Sus estelas quedarán dibujadas en el aire que respiramos. Reconocerlas y honrarlas es elección del alma…