Las telarañas

JOSÉ VARELA FAÍSCAS

FERROL CIUDAD

14 jul 2019 . Actualizado a las 13:45 h.

No estoy seguro de haber atinado la semana pasada al referirme al goyesco duelo a garrotazos o persistente y fatigoso empeño de la izquierda ferrolana -sea esto lo que sea- en no llegar a un acuerdo para el gobierno local y compararlo con la caja de Skinner (por el nombre del psicólogo norteamericano que desarrolló el experimento; ya saben: un ratoncito, encerrado en una caja, habituado a obtener comida al pulsar una palanquita, reiteraba la acción aun cuando la respuesta era una pequeña descarga eléctrica). La reciente teatralización de reuniones para que las retribuciones de los ediles y sus asesores se erigiesen en la primera acción del nuevo gobierno me advirtió del error de la comparación, pero me sugirió otra. El entendimiento entre socialistas y populares para convenir los honorarios de los corporativos nos aproxima más a la caja del Tío Gilito que a la del psicólogo estadounidense. Cuántas vueltas dio la vida desde que Fernando Miramontes personificara una colaboración leal con los alcaldes socialistas Jaime Quintanilla y Manuel Couce, o lo que es lo mismo, desde que los alcaldes socialistas Quintanilla y Couce se entendiesen con los comunistas, cuando aún no eran gaseosos. Debe de ser cosa de la edad. De la mía, claro. Porque empiezo a ser permeable a ese socorrido e interesado sambenito de que los políticos de antes tenían otras hechuras. Y les interesaba la caja, hombre, cómo no, pero o mantenían un aprecio más distante por su faltriquera o les sobraba experiencia para que pasase desapercibido. En cualquiera de los dos casos, el mensaje que difundían con sus gestos era bien diferente. Pero, ya digo, serán las telarañas de la edad.