Abandonados

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL CIUDAD

17 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los seres humanos llevamos unos ocho mil años construyendo y abandonando los lugares que habitamos. Les llamamos asentamientos y eran el resultado de que, por primera vez, nos habíamos acostumbrado a sentarnos; dicho con propiedad, a asentarnos. Casas, aldeas, poblados y ciudades son estudiados ahora como no lo habían sido nunca. Lugares abandonados por causa de guerras, hambrunas, pestes, sequías o, simplemente, por haber encontrado otros sitios mejores en los que colocar las sillas, almacenar y cocinar los alimentos, resguardarnos del clima adverso y defendernos de los enemigos.

En la Edad Moderna las cosas no son muy distintas: creamos, usamos, abandonamos y destruimos hábitats por encima de nuestras posibilidades. Aunque sí hay una diferencia, una variable que cambiará radicalmente nuestra relación con el planeta. Por primera vez sabemos que existen límites, que llegó la hora de frenar esta actividad suicida y de que no podemos continuar consumiendo suelo y recursos naturales de forma indefinida. Llegó el momento de respetar los espacios naturales, de no continuar hormigonando y asfaltando nuevos lugares al menos hasta que los ya urbanizados estén plenamente ocupados.

Aterricemos la reflexión en nuestro Ferrol decadente, ensimismado y -bastante- abandonado. Como ciudad reciente que es se ha visto sometida a todo tipo de fenómenos. Vivimos épocas de rápidos y extraordinarios crecimientos industriales y poblacionales, construcción de barrios enteros salidos de la nada, asimilación de zonas rurales por absorción de otros ayuntamientos… Los ensanches, Recimil, Caranza y Serantes eran fruto del desarrollo mientras Esteiro, Canido y Ferrol Vello se abandonaban. Cerraron fábricas, cuarteles, hospitales, comercios y viviendas para abrir otros en otros lugares, hasta llegar a un resultado que, ahora lo sabemos, es insostenible.

Es el momento de intensificar la rehabilitación. Supimos transformar el Banco de España en biblioteca, el Hospicio en centro de servicios, el Hospital de Caridad en centro cultural, la casa Carbajal en sede del Ateneo, el hotel Suizo en viviendas y el hospital de Marina en el mejor campus universitario de Galicia, jardín botánico incluido. La Armada hizo lo propio con la Sala de Armas, el presidio de San Campío o las Herrerías, por citar unos ejemplos, hoy sedes de museos y residencias. Pero aún queda un trabajo ingente por hacer antes de ocupar un nuevo espacio natural. Esperan nueva vida los edificios de Hacienda, Telefónica, Intendencia, Aduanas, Comandancia de Marina, Suministros, el Cuartelillo, el Sánchez Aguilera, el teatro Renacimiento, el castillo de San Felipe, el solar de la fábrica de lápices, Ferrol Vello, la Magdalena…La lista no tiene fin.