Alcohólicos Anónimos: «Al principio la botella era mi amiga, pero después se convirtió en un infierno»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Los miembros del grupo 24 horas apuntan en una pizarra quiénes están al frente de las guardias cada día
Los miembros del grupo 24 horas apuntan en una pizarra quiénes están al frente de las guardias cada día JOSE PARDO

La pandemia ha disparado la demanda de ayuda en la agrupación de Ferrol, que cumple su sexto aniversario y estrena sede en el barrio portuario

21 may 2022 . Actualizado a las 15:31 h.

A las nueve y media de la mañana del Día das Letras Galegas ya hay luz y movimiento en el número 11 de la calle Merced, en el barrio portuario de Ferrol Vello, donde hace dos semanas se estrenó la nueva sede del Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos de Ferrolterra. Pero también se obtiene respuesta si se llama a la puerta a las dos de la mañana, a las seis de la tarde o a las doce de la noche. Cualquier día de la semana, da igual que sea domingo o festivo. Y no se trata de nada excepcional, porque, como recuerda el coordinador, Manuel García, el grupo funciona «las 24 horas de los 365 días del año, porque nunca se sabe cuándo el alcohol te va a poner en una situación difícil o llevarte a un momento de desesperanza total».

Hasta hace poco, Alcohólicos Anónimos tenía su cuartel general en la calle Cuntis, pero, coincidiendo con su sexto aniversario, decidió trasladarlo a Ferrol Vello, donde cuenta con un local que antes ocupaba la agrupación musical Acotaga, mucho más grande y espacioso. «Nos hacía mucha falta, porque a raíz de la pandemia se ha disparado el número de personas que nos piden ayuda», resalta García. «El confinamiento destapó muchos problemas de alcohol que antes pasaban desapercibidos, porque el alcohólico se tuvo que quedar en casa y le resultaba más difícil salir fuera y ocultar sus problemas con la bebida», añade.

La nueva sede de Alcohólicos Anónimos está ubicada en la calle Merced, en un bajo que antaño estuvo ocupado por la Cofradía de Pescadores y más recientemente por una agrupación musical
La nueva sede de Alcohólicos Anónimos está ubicada en la calle Merced, en un bajo que antaño estuvo ocupado por la Cofradía de Pescadores y más recientemente por una agrupación musical JOSE PARDO

El coordinador del Grupo 24 Horas de Ferrolterra asegura que todas las semanas llegan afectados nuevos o familiares en busca de ayuda, tanto hombres como mujeres, con un rango de edad de entre 20 y 70 años. «El alcohol es muy democrático y no distingue de sexo, edad, religión o estatus social», recalca.

La entidad basa su funcionamiento en un «programa de ayuda del enfermo alcohólico para el enfermo alcohólico», en el que personas que llevan tiempo sin beber relatan su experiencia a los demás, también les explican los obstáculos que se encontraron en el camino y cómo consiguieron alejarse del alcohol. «Que te escuche alguien que ha pasado por lo mismo que tú es muy importante. Yo me sentía culpable, como un vicioso, pero cuando pedí ayuda al Grupo 24 Horas me hicieron ver que soy una persona normal con una enfermedad y me hicieron sentir que no estaba solo», explica Manuel García, que llamó a la puerta de la agrupación de A Coruña a los 35 años, después de dos décadas de problemas con el alcohol y tras haber pasado por psicólogos, psiquiatras y diferentes terapias.

Desde aquel día no volvió a beber, y hace seis años, junto a otros compañeros, montó la agrupación de Alcohólicos Anónimos en Ferrol para prestar atención a los afectados de la comarca. La comunidad se mantiene con las contribuciones de sus miembros, pero no hay una cuota establecida y se atiende también a personas sin recursos.

En la imagen, un rincón de la nueva sede de Alcohólicos Anónmos, de cuyas paredes cuelgan los retratos de los fundadores
En la imagen, un rincón de la nueva sede de Alcohólicos Anónmos, de cuyas paredes cuelgan los retratos de los fundadores JOSE PARDO

MARÍA JOSÉ L., MIEMBRO DE LA AGRUPACIÓN COMARCAL DE FERROLTERRA

«Entrar en el Grupo 24 Horas fue como volver a nacer»

Como le ocurrió a otras muchas personas, la pandemia no hizo sino agravar los problemas con el alcohol de María José L., ferrolana de 43 años, quien poco después del confinamiento, arrastrada por su madre y por su hija, llamó a la puerta del Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos de Ferrolterra cuando se encontraba ya al borde del precipicio.

«Toqué fondo y ya no tenía ningún tipo de esperanza», rememora. De aquello hace ya dos años, pero María José explica que sus problemas comenzaron mucho antes, a raíz del nacimiento de su hija. «Yo bebía alcohol los fines de semana, cuando salía por ahí, como mucha gente, pero la responsabilidad de tener que hacer frente al cuidado de una niña, atender el trabajo y la casa me sobrepasó. Fue así como empecé a beber por las noches, cuando ya todo estaba hecho, como una forma de tapar ese miedo a las responsabilidades. La botella al principio fue mi amiga, porque cuando bebía me sentía libre y capaz de todo, pero después se convirtió en un auténtico infierno», recuerda.

Los problemas fueron a más —«porque esto siempre va in crescendo», advierte—, tanto en casa como fuera de ella. «Perdí muchos trabajos porque bebía y no podía estar al 100 %», señala. María José pasó por muchos médicos, estuvo ingresada en el Novoa Santos y también se sometió a diferentes terapias, pero cuenta que nada le funcionó hasta que llamó a la puerta de Alcohólicos Anónimos: «Llevo desde entonces sin beber. Para mí entrar por la puerta del Grupo 24 horas fue como volver a nacer», asegura. Y no se cansa de insistir en que el alcoholismo es una enfermedad mental que enmascara muchas inseguridades y carencias emocionales. «Ya de niña me sentía diferente a los demás, tenía miedo a todo».