La Policía intensifica la vigilancia para frenar la tenencia de armas blancas, a raíz del apuñalamiento múltiple a un joven hace dos semanas, que recibe atención psicológica y se recupera ya en su domicilio tras semanas ingresado en el Chuac
04 dic 2022 . Actualizado a las 17:17 h.Con el «miedo todavía en el cuerpo» a causa del apuñalamiento a un joven de 22 años, hace dos semanas, el vecindario de San Xoán trata de sobreponerse del golpe y restablecer una relativa normalidad en una zona de contrastes. Y es que, la tranquilidad que se respiraba durante la mañana del domingo en el barrio, nada tiene que ver con el ambiente al que deben hacer frente los residentes de la zona durante la madrugada de los fines de semana.
La conflictividad juvenil llevaba en el punto de mira de los vecinos desde el fin del confinamiento, lo que derivó en una mayor presencia policial. No obstante, pese a los esfuerzos destinados, las acciones violentas del pasado 20 de noviembre terminaron por impregnar de conmoción a un barrio que, defiende el presidente de la asociación vecinal, Andrés Medín, «siempre ha sido un lugar ideal para vivir».
«Onte estivo tranquilo, cheguei ás sete da mañá e non era coma outras veces», subraya uno de los residentes de la zona más conflictiva, con relación a la madrugada del sábado al domingo. Y es que, a raíz de este y otros sucesos de corte violento protagonizados por jóvenes, la Policía se vuelca en controlar especialmente la tenencia de armas blancas y otros instrumentos que puedan resultar peligrosos. «Ya estaban bastante encima de la zona y después de lo ocurrido todavía ves más movimiento de policías, lo cual da un poco de tranquilidad a los vecinos y, sobre todo a los de más edad, que los primeros días estaban muy preocupados», concluye un empresario con negocio en el barrio.
Andrés Medín, presidente de la asociación de vecinos: «Los que vivimos aquí tenemos que tener voz y voto »
Conocedor del sector del ocio nocturno, al que dedicó buena parte de su vida profesional, el máximo representante de los vecinos del barrio alerta de un cambio de paradigma desde el final de la etapa más restrictiva de la pandemia. Un incremento de la violencia y el consumo de drogas que, defiende, hay que cortar de raíz.
—¿Cómo se vivieron los días posteriores al suceso?
—No paré de recibir llamadas y es una pena que el barrio de San Xoán sea conocido por esto. Este es un lugar para vivir y estos problemas hay que pararlos.
—¿Cómo se pone fin a la escalada de violencia?
—Con presencia policial constante en las horas más conflictivas. La pasada semana volvió a haber peleas y el local social estaba inaccesible por los cristales y los vómitos.
—¿Estudian alguna acción?
—Nosotros lo que queremos es que se nos escuche, participar en las reuniones. Los que vivimos aquí somos los que conocemos la realidad y tenemos que tener voz y voto.
