En esta época, muchos municipios de la comarca, especialmente los costeros, duplican su población, o incluso la triplican. Los brotes verdes que han dejado ver un poco de luz en ese túnel llamado crisis han provocado un repunte del turismo nacional y sobre todo vacacional. Así, concellos como Valdoviño, Ares o Pontedeume experimentan en estos meses una vertiginosa actividad lúdica, hostelera y en general económica.
No es baladí el esfuerzo que hacen las administraciones locales para conseguir que en una villa donde el resto del año viven 5.000 o 10.000 personas, de repente pasen a hacerlo el doble o el triple. Encontrar un sitio de aparcamiento o simplemente ir al supermercado en hora punta se convierten en misiones imposibles. De ahí la importancia del trabajo que realizan los gobiernos locales para conseguir que este aumento significativo de población cause los menores problemas posibles. Hace unos días, el Concello de Valdoviño hacía público el fruto de unas gestiones que permitirán habilitar una nueva zona de aparcamiento en el entorno de la playa de A Frouxeira.
También son especialmente loables los programas lúdicos y estivales que los gobiernos organizan en estos meses para que locales y foráneos puedan disfrutar de un sinfín de actividades de ocio. Solo el pasado fin de semana, la agenda de la comarca permitía comerse un pulpo a la mugardesa en la fiesta que ensalza el cefalópodo en la villa, comprarse desde un libro hasta objetos de decoración en la feria de segunda mano del paseo marítimo de Ares o regresar al medievo en el parque del río Freixeiro.