El sabor de la victoria

Carlos Gegúndez CAMPO ATRÁS

FORZA BREO

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22 oct 2018 . Actualizado a las 12:56 h.

Sin tiempo para lamerse las heridas de Burgos, toca pensar en la Penya. Esperamos que el Breo logre la segunda victoria en casa. Los celestes reciben a otro equipo que, como el Estu, es un histórico del baloncesto español, pero ahora debe luchar por la supervivencia en la Liga Endesa. Los años gloriosos del cuadro de Badalona quedan atrás. De todos modos y hasta hace poco, los verdinegros se codeaban con los grandes. El conjunto lucense logró derrotarlos en más de una ocasión. El triunfo más emocionante (80-79) data de la Navidad del 2001. Recuerdo al entrenador visitante tratando de explicar lo inexplicable al final del duelo (los locales habían remontado ocho puntos en contra en menos de dos minutos). El sheriff Comas trataba de ocultar un cabreo morrocotudo bajo su frondoso mostacho, pero su incontinencia -cualidad o defecto, según se mire- le delató enseguida: «No podemos estar riéndonos en el tiro libre». Se refería a lo sucedido en los últimos segundos. En una de las ocasiones en las que Álex Mumbrú fue a la línea de personal. Biota, pendiente del rebote, empezó a decirle: «Falla Mumbrú bonito, falla». El alero se rio, confiaba en su muñeca, pero falló. Este y otros errores, pero sobre todo el acierto breoganista, apretaron el marcador. A falta de escasos segundos, los locales disponían de una última posesión para ganar el partido. Fue precisamente Nacho Biota el que intentó anotar buscando el aro en una de sus características entradas a canasta, pero la defensa le cerró y el esférico se le escurrió de las manos, entonces las de Loncar lo recogieron. El serbio se elevó y con un rápido lanzamiento en suspensión metió el balón limpio en la cesta. Solo restaba un segundo. Delirium tremens. Unos saltaban de alegría, otros se echaban las manos a la cabeza, pero yo me quedé con la mirada fija en la reacción de Nicola Loncar (autor de la última canasta) y la de Devin Davis, ambos ya sin camiseta, abrazados, con los músculos en tensión. No hacía mucho, ambas musculaturas ya se habían encontrado, y no precisamente para darse cariño. Entonces, comprendí porque los entrenadores suelen decir que ganar une al grupo. También saqué otra conclusión: aunque todo se complique, merece la pena luchar hasta el final para paladear el siempre dulce sabor de la victoria.