umplido el periplo de cuatro jornadas consecutivas con victorias, algo que resultaba obligado, la semana ha servido para comprobar una vez más lo difícil que resulta en el Breogán asumir el papel de favorito. Se prefiere que sean otros, en este caso Palma, y aún no sabemos por qué. Como no sea por la sospecha de no haber fichado bien... Mallorca incorporó a Löfberg, que estuvo aquí y no se le quiso, y a Stainbrook, que llegó sespués de esperar la oferta del Breo. Allí juega un lucense, Eirk Quintela, y lo está haciendo de cine. Extraña obsesión está de ir de tapados en lugar de asumir los galones que obligan el dinero y la historia. En Palma debutará Powell. En el empeño de dejar claro su potencial, no entendemos que cuando equipo va mal en la jornada 9, caso del Hamburgo, último en la liga alemana, lo primero que hace es soltar a uno de sus pilares; es decir, como si el año pasado el Breo en su primer movimiento hubiera cortado a Gerun. En fin, la realidad es que esta tarde en Son Moixs se disputa el partido más atrayente de la LEB. Ambos con una trayectoria similar, el resultado no es una vanalidad. El perdedor, cuando se galopa hacia el final de la primera vuelta, quedará seriamente dañado. Y en el caso de nuestro Breogán, con el aliento contenido, todos esperamos el choque como la prueba del algodón para poner en su justo valor las últimas victorias. Destacar que Bropleh y Löfberg suelen llevar el peso anotador. Allí no hay nigún tiernas. Las estadísticas de todos los jugadores son prácticamente las mismas. Eso de que el Palma es el favorito será el sentimiento de alguien, pero en absoluto de esta afición inquebrantable.