«No voy a dejar salir nunca a la niña que llevo dentro»

TEXTO: NOELIA SILVOSA

FUGAS

Rosana llega la próxima semana a Lugo y a Ourense con su gira «En la memoria de la piel», que ha arrasado en más de 30 ciudades con más de medio millón de personas. Esta es su segunda parada en Galicia con un trabajo del que ya han disfrutado en nueve países de América. Un lujo.

30 mar 2018 . Actualizado a las 10:39 h.

Auténtica es la palabra que mejor define a Rosana, que solo necesita una cosa en cada actuación, bajar para estar con su público: «Yo haría con gusto el concierto entero abajo, o con la gente entera arriba. Necesito verles la cara porque, al final, el concierto es una excusa para quedar con ellos, con todas esas personas que se han llevado mi música a sus vidas». Ella es todo corazón, aunque como buena Escorpio, también pica: «Ataco ante la mentira, me puede».

-¿Qué es lo que nunca te olvidas de olvidar?

-Al final lo que todos, ¿no? Hay dos maneras inmediatas de borrar las cosas: una es siendo pesada en revolcarte en el barro todo el tiempo, y otra es dejándolas a un lado y obteniendo el aprendizaje que es necesario obtener procurando que no te vuelva a pasar más. Pero aún así, todo lo que te produce mal rollo es mejor olvidarlo.

-Siempre para adelante, ¿no?

-Totalmente. Me parece que hay tantas cosas buenas que darle tanta importancia todo el tiempo a los tres detalles malos que hay... Es verdad que normalizamos todo hasta tal punto que no somos agradecidos con poder respirar, sino que recordamos el día que nos ahogamos, el día que nos asfixiaron. Por algún extraño motivo, a nuestra mente le resulta más fácil acordarse de las cosas que nos han hecho daño que de las buenas, pero las buenas son más.

-«No olvidarme de olvidar» tiene su otra versión con la voz de Carlos Rivera. Muchos hits surgen de las colaboraciones... ¿Te ves haciéndolo con un Maluma o un Daddy Yankee?

-Yo creo que las colaboraciones deben de nacer de la verdad, del deseo de decir: ‘Veo aquí cantando a esta persona’, que es lo que me pasó con Carlos. Si se hace así, yo no soy de las que dice: ‘No, yo con no sé quién no colaboraría’. Probablemente tenga todos los complejos del mundo, pero el musical no es uno de ellos. Si creo que de verdad hay una aportación musical que va a mejorar el tema, no tendría ningún tipo de problema. Pero así como te digo esto, a calzón quitado te digo que tampoco haría una colaboración por márketing.

-No te vendes.

-Es que no sabría, y estoy convencida de que no puedo porque, como no creería en hacer las cosas así, me saldría mal. Y para que una cosa salga mal, casi mejor no la haces.

-«En la memoria de la piel» fue producido por ti y está considerado uno de los diez mejores álbumes latinos del 2016 por Billboard. Casi nada...

-Sí, es el año en el que salió. Y yo me alegro, ¡ja, ja!

-¿No te da un poco de vértigo cuando piensas en el siguiente?

-¿Sabes lo que pasa? Que cuando hice este álbum, y cuando hice incluso el primero, yo no me planteé qué es lo que iba a pasar. Uno cocina un trabajo con los ingredientes más frescos que encuentra en el mercado y con la sensación más honesta, que es contar la verdad de lo que uno siente. Y eso a veces se encuentra más en la mayoría y otras no tanto.

-Nunca se sabe...

-Es como cuando tú quedas con los amigos y uno llega y dice: ‘¿Vamos al cine?’. Y todos dicen que quieren ir al cine; pero otras veces uno quiere ir al cine, otros a cenar, otros a hacer deporte, a la playa... Al final, cuando un disco funciona es porque uno llega a los amigos y les dice: ‘Ay, ¿y si nos vamos a la playa?’ Y te dicen: ‘¡Sí, venga!’. Hay que hacerlo, uno lanza una propuesta cargada de la verdad de lo que uno siente y de lo que uno espera, y eso no siempre tiene el mismo recibimiento. Yo no me puedo quejar de los recibimientos que han tenido mis discos. Ahora estoy en un momento especial, dulce y mágico, pero es algo que uno no hace aposta, si no lo harías en todos los discos, y no pasa en todos. Pasa en los que la gente quiere que pase.

-Y ahí sigue, petándolo, como si redescubriésemos cada canción.

-Sí, es alucinante por eso, porque en los conciertos te dicen eso. También hay muchos niños que me han descubierto, y cuando te digo muchos te digo muchísimos, y lo han hecho con este disco. Y cuando un niño te descubre, eres una novedad. Para mí es brutal, porque te pones en el escenario cantando cualquiera de las canciones de este álbum y los ves cantando que se les va la vida, pero de repente cantas canciones hiperconocidas, como A fuego lento o Pa ti no estoy, y te miran así como diciendo: ‘¿Qué estas cantando?’.

-Hablando de niños, ¿el bebé que sale en la portada del disco es tu sobrina?

-Sí, es mi sobrina, y además es una foto sin querer. La realidad es que estábamos en la playa, y después de comer y de estar jugando con ella, se quedó dormida y consiguió, cosa rara, que yo me durmiera con ella. Y alguien disparó esa foto. No está posada, no está perseguida... nada, cero. Es una foto real que estaba en la pared de mi casa y cuando terminé el disco y decidimos que se llamara En la memoria de la piel, nos pareció que esa foto de alguna manera reflejaba muy bien de lo que yo estaba hablando. No tanto hablaba de los recuerdos como de la esencia. Porque en la esencia de cada uno llevamos todos a ese niño que tenemos dentro que, en mi caso, yo me niego a soltar. No lo voy a soltar nunca.

-Tu gira ha recorrido más de 30 ciudades en 9 países de América. ¿Cómo cantan el «Talismán» los yankees?

-Pues de la leche, ja, ja. En Italia, por ejemplo, dicen el talismano, pero en Estados Unidos es sorprendente. El último concierto que hicimos allí fue en Washington. Y de repente llegas y dices: ‘Están cantando en español’. Y no tenían pinta de ser latinos, así que piensas: ‘Deben saber español’. Y después, conocí a un grupo que traía todos mis discos para que se los firmaran y de repente me dicen: ‘¿Hablas inglés?’, y les dije: ‘No lo controlo tanto como el español, por tanto no’. Y me enseñan un mensaje que traían en el móvil que debía de haberles escrito alguien que dominaba nuestro idioma, que decía: ‘Solo queremos que sepas que no sabemos qué dices, pero que nos emocionas’. Así lo reciben ellos.

-¿Cómo se consigue ese punto de poder bajar a cantar entre el público?

-Porque para mí es una necesidad. Yo haría con gusto el concierto entero abajo, o con la gente entera arriba, ¡ja, ja! Yo hago esto desde el primer álbum porque en el segundo concierto alguien me dijo: ¿Por qué no pones pantallas para que la gente te vea?’. Y yo decía: ‘Porque la sensación de pagar para ir a ver la tele a un sitio se me hace extraño, ¿no?’. Y ellos: ‘Pero la gente quiere verte, quiere tenerte cerca’. Y yo: ‘¿Pero de verdad que quieren tenerme cerca?’ Porque a mí me encanta la gente. Uno de los problemas gordos que yo tengo con los técnicos de luces es que no quiero que me pongan tanta luz como para que no pueda ver. Y ellos dicen: ‘Ya, pero si no te iluminamos, ellos no te pueden ver a ti’. Y yo: ‘Ya, pero es que si me enfogonan los ojos no veo, ¡y yo quiero verles la cara!’. Para mí es importante ver a esa gente con la que estoy compartiendo un trocito de vida, porque al final el concierto es una excusa para quedar con la gente, no es otra cosa.

-Y bajaste.

-Sí. Por la tarde y sin avisar, porque además mi mánager y mi equipo me querían matar y me dijeron: ‘¡Pero cómo se te ocurre, estás loca!’. Yo les dije: ‘No, la gente quiere verme de cerca, así que lo suyo es que yo me baje’. Y además, siempre les digo lo mismo: ‘Ni se os ocurra ponerme seguridad, ni se os ocurra. Salvo que queráis montarla, y no voy a estar a favor’. De ninguna manera, porque al revés, cuando pones seguridad es cuando se monta más el mogollón, porque la gente no tiene acceso directo a ti.

-¿Crees en el amor para toda la vida?

-Claro que sí, y cuando hablo del amor para toda la vida no hablo exclusivamente del amor de pareja, ¿eh? Creo que hay personas que entran y se quedan a vivir. También hay gente que entra y sale, pero hay personas que llegan para quedarse, creo en eso. Y lo dice una de las canciones de este último disco: Si se trata de amor me declaro creyente, ja, ja. O sea que más claro... Y luego sigue: Si se trata de amor me declaro creyente / Me desarma tu boca / Y el mundo me gusta más / Lleno de gente.

-Eso ya te describe.

-Ja, ja. ¡Esa soy yo!

-Tú que eres una Escorpio, ¿cuándo picas? ¿Qué te hace atacar?

-La mentira, la mentira me puede, me puede. La mentira en todas sus formas, en forma de enredos, de dejar ahí cosas en el aire... Yo creo que el mundo sin mentiras funcionaría de otra manera y, probablemente, sería más fácil de ver.