Christina Rosenvinge: «El machismo es un corsé para los hombres»

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Pocos músicos coetáneos han llegado a estos días en semejante plenitud de forma. Lo reafirma en cada nuevo disco. Hoy actúa en el Torgal.

12 abr 2018 . Actualizado a las 15:56 h.

Tras cruzar sobre un cable la distancia que separaba las Torres Gemelas, Philippe Petit aseguró que «no hay creación sin rebeldía». Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) semeja haber hecho suyas las palabras del funambulista francés y convierte cada nuevo disco en un salto al vacío. Lo de la red es para cobardes y con su trayectoria se empeña en demostrar que ella no lo es, a pesar de algún traspiés que no ha faltado en el camino.

Tuvo en su día el arrojo de saltar a tiempo de aquel exitoso tren del pop facilón e indagar otras vías. Fue aguerrida rockera, cantautora intimista y sofisticada musa del indie, para acabar puliendo una personalidad que en sus últimos discos la ha situado en un estatus de envidiable reconocimiento. Un hombre rubio, editado en este 2018, lo refrenda espléndidamente. Un disco que en lo conceptual nace de una elegía a su padre, cuyas soberbias letras están narradas desde un punto de vista masculino y que en lo musical desborda vigencia y actualidad.

-En «Un hombre rubio», al menos a la hora de escribir, se sitúa en la piel de un hombre.

-Más o menos. Lo que he hecho es partir de un modelo de masculinidad que empieza en mi propio padre, fallecido hace 26 años. Pero el hermetismo emocional del hombre es muy difícil de penetrar, así que algunas canciones están escritas desde un yo masculino más juguetón, más sexy.

-¿Le ha llevado eso a conocer ahora un poco mejor a los hombres?

-Me ha llevado a intentar entender cuáles son esos códigos masculinos tan rígidos que delimitan a los hombres. Y a entender la masculinidad como corsé, como algo que les limita la libertad de ser como quieran.

-¿Cuánto hay en este disco de ajuste de cuentas o de revancha?

-Absolutamente nada. Todo lo contrario, hay acercamiento.

-He estado buscando discos que cantantes masculinos hayan dedicado a sus madres y apenas he encontrado un par de canciones. ¿Cree que eso puede tener que ver con ese corsé emocional del que habla?

-Evidentemente sí. Para los hombres explorar sus propias emociones sigue siendo algo aterrador. La masculinidad se construye gracias a todo lo contrario, a endurecerse. En ese sentido los hombres deberían también rebelarse contra el machismo porque creo que es algo que sin duda les oprime.

-Tiene dos hijos varones. ¿Cómo traslada esos ideales a la vida real?

-De pequeños los niños son como monitos. Lo que quieren es integrarse y lo que hacen es imitar. Así que la cuestión es qué modelos les pones delante y qué herramientas críticas les das para que ellos mismos sean capaces de analizar las situaciones y de encontrar su lugar.

-Su primera reivindicación feminista fue tener la misma paga que su hermano. O fue una adelantada o qué poco hemos avanzado, porque hoy seguimos a vueltas con lo mismo...

-No es solo que se avance de forma desesperadamente lenta sino que en algunos casos hay retrocesos. Por ejemplo, algunos modelos de conducta que ahora mismo tienen los adolescentes son mucho más machistas que los que teníamos cuando lo era yo.

-¿El reguetón es un ejemplo de ello?

-Yo no me llevo mucho las manos a la cabeza por el reguetón porque también a la generación anterior a la mía la música que yo escuchaba les parecía algo perverso y no lo era tanto. No soy partidaria de censurar nunca. Creo que lo importante es enseñar a los jóvenes a analizarlo críticamente y a que se den cuenta de que una estrella del reguetón que escribe una letra vejatoria con las mujeres lo que está reflejando es que les tiene terror y seguramente de lo que está hablando es de sus propios complejos.

-Al mismo tiempo en la música latinoamericana se produce el fenómeno contrario. Las mujeres la están dotando de modernas señas de identidad sin por ello perder de vista sus raíces.

-Yo me considero también un poco de esa familia. Jugamos con herramientas muy parecidas. El quid de la cuestión es unir la tradición de tu país con el concepto de rock o de pop. Y yo cuando hago melodías estoy pensando en música tradicional española casi siempre.

-En este disco se aleja de la cantautora y se sitúa ya como auténtica «frontman» de una banda de rock.

-Bueno, en los 90 ya lo había sido. Es cierto que después he tenido momentos más intimistas. Pero sí, he vuelto al lenguaje rock, con una banda estable, y me encuentro muy cómoda. Me da mucha energía y me apetece hacer ruido.

-¿Se ve cada vez más cerca de ese sueño de ser una “crooner”?

-En un par de canciones de este disco juego a ser una crooner y me hace mucha gracia. Pero no deja ser una fantasía.

-¿Qué se ha ido dejando por el camino a lo largo de todos estos años?

-Por ser fiel a mi impulso artístico y libre para hacer lo que he querido sin pensar en aspectos comerciales he renunciado a mucha comodidad.

-¿Ha perdido ingenuidad?

-Espero que no. La ingenuidad y el entusiasmo hay que conservarlos como oro en paño.

-Una canción como “Afónico” parece hecha por una indie veinteañera.

-Sí, es una canción con un esquema absolutamente moderno, pero la letra es como poesía existencialista. A mí me divierte muchísimo jugar a los contrastes.

-Le han devuelto a la condición de icono generacional aquellos a quienes dobla en edad.

-En mis conciertos hay un rango de edad de 30 años. No creo que dependa tanto de generaciones como de un determinado tipo de sensibilidad.

-Buena parte de los músicos de su generación viven del revival, no han hecho una canción nueva en décadas.

-Yo eso no lo entiendo. De hecho si tengo tanto público joven es porque no suelo recrearme en los éxitos pasados sino en lo que estoy haciendo ahora. Y lo que estoy haciendo pertenece a este momento. Tiene referencias musicales y literarias contemporáneas. Yo nunca he tenido la sensación de ser partícipe de una generación. Siempre me he sentido una outsider.

-¿Cómo recuerda ahora sus inicios, su etapa en Álex y Christina?

-Es que no pienso casi nunca en eso. El presente está tan lleno de cosas que no tengo tiempo para la nostalgia.

-¿Porque le provocaría nostalgia?

-No, no me provocaría nostalgia. Me divierte ver las fotos y las imágenes de televisión. Mira, lo más bonito que recuerdo de esa época es el público infantil. Gustarle a los niños y ser para ellos un personaje mágico fue algo inesperado e increíblemente bonito.

-Por cierto, su concierto de Vilagarcía es de mediodía. Habrá niños.

-Me parece fabuloso. Mis hijos siempre se han negado a escuchar música infantil, escuchaban música de adultos. Y las canciones que más les gustaban eran las que menos te podías esperar. Musicalmente no hay que minusvalorar a los niños. Tienen orejas completas.

-¿Cómo se ve en el futuro?

-He comprobado tantas veces a lo largo de mi vida que el futuro nunca es una consecuencia lógica del presente sino una vuelta de tuerca sorprendente que he dejado de angustiarme por él.

Cuando alguna vez he tenido sensación de pesimismo, que las he tenido, el futuro siempre me ha dado una sorpresa. Y hasta ahora, para mejor.

SÁBADO, 21.00. VIGO. RADAR. 17,60 euros

DOMINGO, 13.00. VILAGARCÍA. SALÓN GARCÍA. ENTRADAS AGOTADAS