Las 70 vidas de Sabina

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

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El «músico nacional más rentable» se convertirá en septuagenario dentro de dos semanas, mientras sus seguidores se preguntan si volverá a subir al escenario

01 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La leyenda alimenta el mito y el mito necesita de leyenda para trascender. Lo que ha ocurrido en los últimos años con Joaquín Sabina tiene todos los elementos para mantener la emoción del espectador cuando se estrene la película sobre su vida. Espantadas del escenario, récords de asistencia, polémicas sobre su silencio y, sobre todo, la sensación de que su carrera se ha paseado por una cuerda floja. «Siempre ha sido así. Sabina tuvo épocas de todo tipo», señala Nonito Pereira, periodista musical y amigo del cantante andaluz al que define, cariñosamente, como «un golfo».

Esa golfería encanta a la gente. «Es algo así como ver a un cantante haciendo lo que tú no te atreves a hacer pero te gustaría», precisa Nonito que, queriendo o sin querer, lo clava. Y cuando los setenta años están a la vista (cumple el próximo 12 de febrero), la dimensión del artista alcanza un tamaño colosal. «Joaquín Sabina es el músico nacional más seguro y rentable para un promotor en la actualidad», decía el promotor Jesús Manzano hace dos años. Este profesional ha tenido que ver, sin embargo, cómo el artista cancelaba dos veces el que iba a ser su tercer lleno en el Coliseo de A Coruña en la misma gira. Los riesgos del alambre.

Ocurrió el año pasado. El 21 de abril el multiusos coruñés se quedó mudo porque Sabina tenía una afección circulatoria que le obligaba estar bajo supervisión médica. Tres meses después, en junio, volvió a cancelar. Una afonía sufrida días antes en Madrid le obligó a dejar el concierto por la mitad. Tras aquello no volvió a actuar. ¿Volverá a subir a un escenario? «Nadie lo sabe. Desde luego, en su caso, el problema es físico, porque como artista tiene cuerda para rato», dice Pereira que estuvo con él en su última actuación en Galicia, la que dio en A Coruña en el 2017.

A Sabina se le quiere en la profesión. Cuando se difundió en el 2016 la noticia de que iba a sacar un nuevo disco, alguno sintió que tenía que convertir su alegría en canción. El uruguayo Jorge Drexler le dedicó Pongamos que hablo de Martínez en su último trabajo. «La empecé a escribir cuando me enteré de que Joaquín sacaba un disco. En tres horas la tenía Joaquín en un mensaje de voz en el WhatsApp», explicaba el artista a La Voz. Y aunque el tema hablaba del crapuleo nocturno, Drexler ya avisaba que todo había cambiado: «Es muy difícil invitarlo a dar vueltas por ese Madrid de los excesos. Le gusta mucho quedarse en su casa y estar tranquilo».

Lo confirmaba su lugarteniente, Pancho Varona: «Los primeros años con Joaquín fueron muy de noche y los últimos 15-20 son muy de día». Precisamente en aquellas noches se inspiró el cantautor ferrolano Andrés Suárez intentando arañar la inspiración: «Creía que había que ir ahí, a los bares por la noche, donde estaba Sabina y los poetas geniales para poder escribir como ellos». En esa nocturnidad y ese canalleo se escribió la leyenda y el mito, ese que más allá de las siete vidas de un gato, demostró tener unas cuantas más. También una legión de fans que desean que demuestre que el contador vital puede seguir girando. Eso sí, sobre el escenario, si puede ser.