Un alarde de prematura madurez

FUGAS

Miguel Vidal

En su segundo disco,«Love, scum & dust», Furious Monkey House firman un rotundo tratado de rock contemporáneo que trasciende lo generacional

20 sep 2019 . Actualizado a las 12:15 h.

Son discípulos aventajados de una estirpe de supervivientes, los héroes del rock. Y no, no han nacido en un tiempo equivocado. Su música trasciende, con mucho, lo generacional. Lo prueba el que fuese EE. UU. el país en el más se escucharon los dos primeros singles de este Love, scum & dust. Sin que allí supieran nada de la historia que hay detrás del grupo pontevedrés. Sencillamente, sucumbieron al alarde de poderío sonoro que conforman los once cortes de este su segundo disco.

Se acabó la complacencia y la condescendencia. Se acabó la simpatía porque sí. Todo lo que le acontezca a partir de ahora a Furious Monkey House, que seguro acontecerá, les pertenece por derecho propio. Por haber grabado el mejor disco de rock and roll de su generación y por situarse con un indisimulado descaro y una exhibición de recursos, ambos impropios de su edad, en la estela de los grupos que a nivel mundial están marcando la evolución del género.

Nadie podría imaginar que detrás de Love, scum & dust hay cinco músicos que no superan los 16 años. «Hace tiempo que ellos luchan por conseguir librarse de la coletilla de grupo adolescente», comenta Gonzalo Maceira, el mono furioso. Y orgulloso. Más que nunca. «Su madurez musical, lírica y conceptual es brutal», dice de ellos.

Cierto es que este segundo disco asume puntos de partida que ya conocíamos en Run, su debut. La herencia del grunge y de las bandas de referencia del rock alternativo siguen presentes. Pero Love, scum & dust llega infinitamente más lejos. Llega hasta hoy mismo. Hasta allí donde asoman los últimos paisajes sonoros de la vanguardia del indie rock. Esos en los que ahora los poderosos muros sónicos de unas no menos poderosas guitarras se solapan, sofisticadas y precisas, con el dance alternativo. Esos en los que ahora la voz de Mariña, desbordante de expresividad y rica en timbres, resuena en infinitos matices. Su base rítmica determina con firmeza inaudita armonías y ritmos más complejos. «Asumimos un profundo proceso de investigación a la procura de algo que nos hiciese diferentes, que nos hiciese sonar propios y auténticos», relata Gonzalo Maceira.

MEJOR MEZCLA DE ROCK EN ESPAÑA

A ese proceso no fue ajeno Iago Lorenzo, coproductor del disco. «Además de tener una visión y un concepto del rock and roll que es único, Iago es la persona que mejor mezcla rock en España», sentencia el mono. Hasta el punto de que sus mezclas fueron las escogidas para el disco, por encima de las del todopoderoso Cenzo Townshend (mezclador de U2, Kaiser Chiefs, Florence + The Machine, o Franz Ferdinand).

La otra gran diferencia de Love, scum & dust respecto a Run está en las letras. Y no solo porque la banda incluya por primera vez dos canciones en castellano. «Ha supuesto un trabajo duro pero que nos ha abierto nuevas puertas», según Maceira. «Ya no se trata de decir cosas por decir, sino que abordan contenidos críticos». De «amor» hacia artistas o acciones sociales con las que se sienten identificados. De «escoria» en referencia a cuestiones que odian. De «polvo», en recuerdo de quienes ya no están. De ahí el título del álbum y el collage de su portada.

«Run era un juego», confiesa Maceira. Pero hablamos del 2015. Cuatro años después, Love, scum & dust, editado ya por una multinacional como Universal, no abandona en lo conceptual sus postulados esenciales de divertimento y proyecto educativo, pero en lo musical de juego ya tiene poco.

¿Y el futuro? «Vamos a seguir de un modo natural», explica Maceira. «Está claro que llegará un momento en el que ellos se vayan a estudiar fuera. Y si entonces deciden que es el momento de parar, pararemos. No me preocupa. Lo único en lo que ahora pensamos es en disfrutar cada instante de esto. Es algo muy mágico».