The Who graba un nuevo disco sin verse las caras

Carlos Pereiro

FUGAS

Mario Anzuoni

Townshend y Daltrey consiguen crear un disco interesante y actual, que recuerda una capacidad creativa imposible de desaparecer

03 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Para qué engañarse. Lo mejor de The Who ocurrió tiempo atrás y, a cada año que pasa, la era dorada del rock se hace más pequeña en el horizonte. ¿Está vivo el género? Desde luego. ¿Hay bandas haciendo discos de enorme potencial estos días? Por supuesto, es ley. Pero la sombra de aquellos mitos de los sesenta y los setenta es tan larga, tan idealizada hasta el tuétano, que nombres como Pete Townshend, Roger Daltrey, Keith Moon y John Entwistle suenan casi como divinidades inalcanzables.

Solo nos quedan los dos primeros. Townshend, a sus 74, figura todavía como una especie de molino guitarrero, todopoderoso sobre el escenario. Al menos, en el imaginario colectivo. Daltrey, que peina los 75, también ha demostrado practicidad a lo largo de este largo camino profesional que es el del vocalista y ha mantenido sus cuerdas hasta nuestros días. No es poco.

La historia de los Who se cuenta sola. Salvaje en todos los sentidos, hacedores de una música popular que supieron canalizar en un rock efervescente que dejó varios himnos para la posteridad. Triste, también. El fallecimiento de Keith Moon fue un momento icónico y desastroso en el rock, desapareciendo de esta tierra a los 32 años. La banda continuó, pero ni siquiera el éxito de Face Dances y It’s Hard consiguió mantener el pegamento que unía al resto. Gira de despedida y hasta luego. Por supuesto, tal y como está mandado en esto del rocanrol, los supervivientes se juntaron en varias ocasiones. Curiosamente, se podría hablar de una más que lograda dignidad en sus idas y venidas. A diferencia de otras bandas, los Who han sabido monetizar su legado y su talento de una manera muy económica. Biografías, conciertos en grandes festivales, recopilaciones definitivas, etcétera. Por eso, y más allá de la sorpresa inicial, no debiera sorprender que estos veteranos saquen más de medio siglo después de la fundación de la banda un nuevo disco, de nombre WHO, edita Polydor.

Su último trabajo discográfico original se remonta al 2006, por eso uno no sabría muy bien qué esperar de esta obra recién salida del horno. Es un conjunto de piezas musicales lejos de la plenitud selvática del pasado, pero es una demostración empírica de superación por parte de dos hombres que siguen sobre las tablas. Townshend sufre de sordera, por cierto.

Quizás más meritorio sea el comprobar que la mala relación entre el guitarrista y Daltrey parece no afectar demasiado al producto final. Los números encajan. El creador se mantiene en sus trece y el altavoz de las letras va a lo suyo. Según se pudo saber, los dos músicos ni llegaron a coincidir en el mismo estudio durante la grabación, yendo el cantante a otro espacio a finalizar sus pistas sin la presencia de Townshend. Puede ser. A estas alturas de la película, es más que posible que así sea.

UNA PORTADA BELLA

WHO posee una portada bella. Obra de Peter Blake, la mente detrás de la legendaria portada del Sgt. Pepper’s transporta hasta los años setenta de una manera concisa. Curiosamente, el contenido del disco está en las antípodas de este pensamiento, gracias a un evidente sonido de producción moderna y contemporánea, que corre por cuenta de Dave Sardy. Suena a gloria. Es un largo interesante. Un disco en el que ni Townshend ni Daltrey buscan esa típica huida hacia el pasado, habitual reclamo de las bandas entradas en años. No. Quieren los Who demostrar cómo son ahora, e incluso sus letras buscan dar respuesta a la eternidad que les acechará dentro de unos años, como en I’ll Be Back. Hay referencias a la actualidad -se canta a la guerra de Afganistán-, además de a la política en forma de Brexit.

Los puristas echarán de menos las manos de Moon y Entwistle, pero es WHO un trabajo agradable al oído; sobre todo si se aprecia en su totalidad el contexto creativo que lo rodea. No hay que pedir milagros, mejor guitarrazos bien dados. Townshend aún sabe rasgarlos.