Dani Mateo: «Con 40 años ya es tarde para ponerme a trabajar»

FUGAS

Por primera vez en diez años un cómico no gallego ha participado en el ciclo «Noites de Retranca»

12 ene 2020 . Actualizado a las 18:49 h.

Aunque ha sido la televisión la que le ha proporcionado popularidad y disgustos, casi a partes iguales, Dani Mateo es carne de escenario. Se curtió en el exigente circuito de locales y, lejos de aplacarse, se asilvestró aún más al llegar a las tablas de los teatros. «Ahí es donde me desato», confiesa. Este fin de semana se ha convertido en el primer cómico foráneo que participa en Noites de Retranca, ciclo que celebra su décimo aniversario. «Para mí es una responsabilidad muy grande. Y ¡cuidado!, encima voy con dos monstruos como Manquiña y Perdomo. Voy encogido como un torero novato».

­-¿Qué entiende usted por retranca?

-Es difícil de describir. Es ese chiste que no parece un chiste… Es ese comentario que te hace un gallego a las 9 de la noche y a las 3 de la madrugada, cuando estás metiendo la llave en la puerta de casa, dices «me cago en la leche, qué cabrón», y te ríes.

-¿Quién es para usted el maestro de la retranca?

-Rajoy. Sin duda. Yo creo que en realidad todo lo de Rajoy fue una broma. Algún día la entenderemos y nos reiremos.

-¿Y en el mundo de la comedia?

-Hombre, Pepe Rubianes es el tío por el que yo me hice cómico. Es mi referente total y absoluto. Pero es que Galicia tiene muy buenos cómicos. Tenéis fama de serios pero es porque no os pillan. En Galicia no gusta el humor fácil. Siempre te piden que le des una vueltecita más. Si no no os reís, cabrones.

-¿Qué nos trae en esta ocasión?

-Pues llevo un poco de todo, de sal gorda y de sal fina. Hablaré del origen de la especie humana, del misticismo, de la religión… Y luego, pues claro, también de la masturbación, de sexo...

-¿Cuál fue el personaje que más juego le dio en el 2019?

-¡Uy! El alcalde de Vigo pegó ya al final pero pegó muy fuerte.

-¿Y a cuál le augura momentos de gloria en este 2020?

-Al papa Francisco. El papa está desatado, cualquier día la lía parda.

-Róber Bodegas tenía un espectáculo que se titulaba «En el umbral de la estupidez». ¿Dónde sitúa usted ese umbral?

-El umbral de la estupidez está en cuanto tú amigos te dicen: «Venga, vámonos a casa» y tú les dices: «No, me tomo otra que voy bien». Ese sería un ejemplo gráfico pero es que el umbral de la estupidez lo superamos a diario, lo cruzamos mil veces sin darnos cuenta. Y es una maravilla. Yo creo que lo mejor del ser humano ocurre más allá del umbral de la estupidez.

-¿Se siente identificado con la condición de payaso?

-Totalmente. Ser payaso es un orgullo, claro que sí.

-¿Y reírse de sí mismo es condición «sine qua non» para ejercer como tal?

-Yo creo que la mayoría de los cómicos hemos sido niños impopulares, un poco marginados. Hasta que llega un punto en el que dices «¿y qué cojones pasa?». Porque, claro, uno al principio se acompleja pero hay un momento en el que dices: «Bueno, pues soy así, ¿y qué?». Y te ríes. Y a partir de ese momento ya te puedes reír de todo el mundo porque ya has empezado por reírte de ti mismo.

-¿Dani Mateo es un caso perdido?

-Yo creo que sí. Con 40 años ya es tarde para ponerme a trabajar [se ríe].

-¡Qué paradoja! En el 2014 escribió un libro titulado «La risa os hará libres»…

-Y por poco me llevan preso.

-A eso me refería.

-Fue jodido pero, sinceramente, creo que salí reforzado de aquel juicio. Es triste pero al final tuvo que ser un juez el que les dijera: «Señores, que es humor».

-¿Hasta qué punto le ha influido la que se montó con el tema de la bandera?

-Hombre, yo lo pasé mal. Pero lo pasé mal porque intenté dar explicaciones. Porque yo soy muy de eso, de pensar: «Si lo explico bien lo entenderán». Y no, no lo entienden. Hay gente que es muy seria, que no le gusta nada la comedia pero que sin embargo decide de qué se pueden hacer bromas y de qué no.

-A raíz de aquel episodio abandonó las redes. ¿Cómo lleva la vida sin Twitter?

-Las redes te quitan mucho, sobre todo tiempo, y te aportan poco. Hombre, yo de vez en cuando aún voy poniendo cosillas, porque el que ha sido adicto… Pero sí, me estoy quitando. Ya solamente tuiteo de vez en cuando [se ríe].

-Ha llegado a decir que la política es lo menos importante de la vida. Pues le dedica un tiempo considerable…

-Le dedicamos tiempo en el programa pero para reírnos de ella. La política es una pantomima. Es el arte de tenernos entretenidos y enfrentados con estupideces mientras unos cuantos deciden las cosas verdaderamente importantes en otro lado sin que nos enteremos de nada.

-«En televisión hago lo que me piden», ha dicho. ¿Hay mucha diferencia entre lo que le piden y lo que le gusta?

-Vamos a ver, yo en humor soy un poco salvaje. Pero he madurado también. Y he llegado a la conclusión de que el humor no tiene límites, pero tiene espacios. Igual que no es oportuno poner wasabi en una paella, tampoco lo es hacer según qué chistes al mediodía en Zapeando. Aun así, a mí me gusta ir al límite. No traspasarla pero sí llegar hasta la raya.