Cronopios, famas y esperanzas en la crisis

FUGAS

27 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo el mundo sabe que los cronopios son de natural atravesados. Los famas, verticales. Y las esperanzas, horizontales, claro. Y así se están comportando en esta crisis. En homenaje a Julio Cortázar y su conocimiento del género humano con su división de seres vayan estas líneas para distanciarnos con la metadona de la fantasía un algo de lo fundamental que es salir de esta con bien. Todos, ya no. Los máximos posibles.

Los cronopios están experimentando a su manera el coronavirus. Sueñan que aparecerá un cronopio que pueda ver el virus y así se acabará la pandemia. Un cronopio que tendrá visión de test, de PCR. Mientras, los famas no paran de mandar. Ay, si se hubiesen acordado antes de los científicos y los médicos, fuesen famas, cronopios o esperanzas. Órdenes y más órdenes. Una guía telefónica de las de antes de órdenes para salvar al mundo. A los famas se les ve convencidos de vencer. Alguien tiene que liderar y poner rigor. Las esperanzas están a lo suyo. A esperar que todo pase por el simple motivo de que todo empezó. El día que aparezca el cronopio que vea el virus se podrán separar a los contagiados de los sanos para que no haya más infecciones.

Entre tanto, los cronopios solo ponen música y las esperanzas ven la televisión en la que no dejan de salir los famas explicando normas. Los famas no enferman y, si lo hacen, siguen trabajando con la cabeza afiebrada y alzada. Las esperanzas están sentadas en los salones de sus casas. No están ni tristes ni alegres. Solo están confiando en no empezar a toser. Se tocan la frente para notar si tiene fiebre. Y cogen aire con fuerza para comprobar que respiran. Son las instrucciones de los famas y las esperanzas las siguen sin objetar nada.

Los cronopios no necesitan tocarse la frente. Ellos ya se sienten mal, sin reparo, como siempre. Al final, un cronopio, más raro que los otros cronopios, descubrirá la vacuna soñando que dio con una poesía. Los famas la distribuirán con diligencia (esperemos que sin usura) para que llegue a todos y saldremos adelante. Las esperanzas, que son mayoría, harán entonces honor a su nombre. Y, si todo lo sucedido nos ha hecho reflexionar, el planeta irá a mejor, consumiendo menos prisa y degustando más paciencia.