Carlos Blanco: «Todos tenemos un precio, pero el mío es muy alto»

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El actor gallego se pone en la piel de un director de periódico en la serie de Netflix, «Los favoritos de Midas», en la que trabaja con su íntimo amigo Luis Tosar: «¿Que diga algo malo de él? Que es asquerosamente bueno»

23 oct 2020 . Actualizado a las 10:22 h.

Carlos Blanco asegura que tiene un mono de público terrible y una necesidad de escuchar las risas, de sentir la adrenalina antes de subirse a un escenario. Próximamente lo hará en Madrid, en el teatro María Guerrero, pero para fortuna de los espectadores estrena en Netflix Los favoritos de Midas, la serie con Luis Tosar de la que todo el mundo habla, que se estrena el 13 de noviembre.

-Interpretas a un director de periódico, pero nada duro, eres el típico riquiño.

-Sí, cuando vi el papel estaba tan bien escrito que no me atreví ni a tocar una coma. Me parecía un pecado. Está planteado como un referente periodístico, yo pensaba en un Gabilondo, un personaje de esas características, alguien que fuera un referente moral porque tiene que serlo. Pero ya se irá viendo a medida que avance la serie... A mí me fascinó desde el principio el guion, el director, Mateo Gil,...

-...Y volver a trabajar con Tosar.

-Sí, con él el trabajo estaba hecho. Porque además en la serie mi personaje y el suyo son íntimos amigos. Nosotros somos muy amigos también, lo admiro muchísimo y le quiero mucho. Me gustó verlo feliz en el rodaje, me enseñaba fotos de su niño. Que Tosar accediera a hacer televisión es un notición, porque él ha tenido ofertas a punta pala y nunca ha querido. Si aceptó esto es porque su personaje es fascinante. Es cine para televisión: una peli de cuatro horas.

-En el guion hay una frase que es definitoria: «Las cosas siempre pueden ir a peor». Al espectador lo coge en un momento muy sensible.

-Y es así, estamos en el peor momento. De hecho, lo que plantea es una distopía para ya mismo. A Mateo Gil le inspiró la revuelta de los chalecos amarillos en Francia, y se encuentra ahora una realidad que está muy próxima. La gente desesperada, que a lo mejor es lo que vivimos en unos meses.

-¿Tú tienes esa sensación? ¿Eres optimista?

—Yo siempre digo en mis espectáculos que todo es susceptible de ir a peor. A mí me tocó vivir de adolescente el final de la dictadura, y ahora cuando oigo hablar de que estamos en una dictadura me parece algo ridículo. Eso te da una cierta distancia de las cosas; vivo en un sitio muy apacible, como A Illa de Arousa, pero los años te van dando esa visión de que efectivamente las cosas pueden complicarse. Es la vida: desde que naces básicamente empiezas a morirte.

-La angustia está reflejada en lo que supone de repente ser rico, cómo puede complicarse la cosa.

-Sí, uno de los aciertos de la serie es que el cásting es tremendo. De repente en un papel precioso, aparece justo un tipo que fue rico y decidió apartarse de todo, y es Carmelo Gómez con una escena antológica. O ves que la madre de la protagonista es la actriz que le da vida a Bittori en Patria. Te digo esto porque me siento un privilegiado. Yo a este casting fui a degüello.

-¿Cómo lo preparaste?

-Me llevé un traje de un sastre coruñés, muy amigo mío, Juanjo Rig. Me acuerdo que me cambié en la estación de Atocha; en el baño hice un Supermán, entré como Carlos y salí como el director del periódico, ja, ja. Yo he aprendido que a los castings hay que ir vestido de tal manera que cuando entras por la puerta vean al personaje. Y con ese traje llegué hecho un pincel, recuerdo también que de camino pasé por una tienda y vi una camiseta vintage del equipo de la Fiorentina y dije: 'Si me sale bien el casting, me la compro'. Y me la compré.

-Tienes muchos amigos periodistas, ¿te inspiraste en alguien en concreto?

—Sí me inspiré, pero no sé si debo decirlo. Sí pensé en un periodista muy famoso, que respeto mucho. Y consulté con amigos en Madrid, amigos que se wasapean con Pedro Sánchez o con Pablo Casado. Yo necesitaba ese punto de vista: un director de un periódico que come con líderes de un partido... Necesitaba entender vuestra posición sobre las cosas, dirigir un periódico me parece complicadísimo: tomar constantemente decisiones, tienes presiones, en fin, codearte con el poder.

-Tú tendrás otras presiones, ¿te han tentado con dinero?

-Esta misma semana he tomado la decisión de irme a hacer teatro a Madrid, al María Guerrero, perdiendo dinero, porque tenía otra gira aquí, con Touriñán, que llenaríamos, pero bueno, esa se podrá hacer más adelante. Nuestro oficio es muy romántico. Si te quieres dedicar a esto, no lo hagas pensando en el dinero. Se harán ricos los americanos, nosotros no. Vivimos en la inseguridad. Yo he dicho no a cosas muy bien pagdas porque he preferido hacer otras. Bardem, por ejemplo, dijo no a Spielberg para hacer Los lunes al sol.

-Me refería a si eres una persona a la que se le puede tentar fácilmente.

-Sí, claro. Si tengo una oferta que me soluciona la vida, pues hago un Tamayazo, ja, ja. Todos tenemos un precio, pero por lo menos el mío tendría que ser muy alto. Por el momento sigo divirtiéndome con mi oficio, y prefiero no arriesgarme.

-¿Cómo te has sentido sin ese contacto con la gente por el covid?

-Tengo un mono de público tremendo. Date cuenta de que yo hago cien actuaciones por año, y este debo de llevar 12 o 14, cuando lo normal serían 70. Y ya no es el dinero, es porque yo necesito las risas, sentir a la gente, la adrenalina del escenario. Echo muchísimo de menos, no sabes cuánto, estar en el teatro.

-¿Tienes miedo?

-Tengo miedo a la muerte. La gente muere del covid, yo tengo 61 años, cerca de ser factor de riesgo. Y tengo miedo sobre todo de contagiar. Cuando estaba currando en Madrid, tenía miedo por mis amigos, por mi hermana Pili, que está débil y lo puede contraer. Y tengo miedo de las consecuencias económicas: de tanta gente que lo está pasando mal. De la bronca de los políticos, que me dejan perplejo. Pienso: ¿no podéis ser como en Portugal, donde la oposición es leal? Y el Gobierno se equivoca, como el de aquí, pero no andan en esta bulla. Lo de aquí es muy chungo, me entristece. Pero ya lo decía Machado: «Españolito que vienes al mundo te guarde Dios».

-Dime algo malo de Tosar.

-Que es asquerosamente bueno. De verdad es muy difícil decir algo malo de Luis, porque es tan buen tío, tan buen actor. Cuando estábamos rodando Mareas Vivas, un día se equivocó en un texto y aplaudimos. Porque es impecable, en el mejor sentido de la palabra. Hombre, las cejas las tiene grandes, pero es un cielo.

-¿Y tú eres un tío de ponerte retos? ¿Cuando bajas un poco la guardia, quieres jugar ya grandes partidos?

-No lo sé. Yo de lo que presumo es de ser versátil, no soy un actor extraordinario pero me defiendo bien, no soy un humorista extraordinario, pero me defiendo... Yo pongo el ejemplo del decatleta, en una saltas con pértiga, y en otra lanzas jabalina, y no es fácil hacerlo bien en todas. Por ahí voy. En los últimos trabajos he hecho de policía, de narco, de director de periódico con un par de vueltas y he hecho de seleccionador nacional de fútbol en una comedia, inspirado en Luis Aragonés, es un abanico muy grande. Que siga la racha, y que siga tan variada. Eso es lo que me gustaría.