Pucho, vocalista de Vetusta Morla: «Nuestras canciones hieren, tienen mucho de puñalada»

FUGAS

Jerónimo Álvarez

Tras cuatro años sin publicar un álbum con canciones nuevas, los madrileños estrenan hoy «Cable a Tierra». Pucho nos desvela algunas claves de este esperado y poco complaciente disco

26 nov 2021 . Actualizado a las 10:06 h.

No es un disco acomodaticio, ni se parapeta en el confort. Al contrario, Vetusta Morla se adentra en este Cable a Tierra en territorios a los que antes, si acaso, levemente se había asomado. La banda incorpora nuevas sonoridades e instrumentaciones que los conectan con la raíz y con el legado musical de una tradición a la que aseguran acercarse sin prejuicios. Eso sí, sin apartar tampoco nunca la mirada de su tiempo. Un tiempo que tiene un reflejo casi violento en estas diez canciones, en las que se abordan las ideas de pertenencia, de celebración y de pueblo, pero a las que también asoma la tensión, la frustración y el conflicto. Sin ambages ni eufemismos. «Cada coma será un puñal en ti / y cada verbo será una soga, / cada frase una salva de fusil / y cada nombre un aviso de motín», cantan en la hiriente Palabra es lo único que tengo. «Estamos viviendo tiempos de mucha censura y muchas restricciones a la libertad de expresión. Y te represente o no, te interese o no, nadie tiene derecho a callar una voz», comenta Pucho al respecto.

—«Cable a Tierra» es un disco claramente pospandémico.

—Sí, el disco se ha compuesto todo durante este año. Estábamos ya desconfinados, intentando descifrar esa quimera que llaman nueva normalidad. Y siempre nos pasa que todo lo que ocurre a nuestro alrededor, al final se cuela en nuestras canciones y en nuestro discurso. Pero también hay en este disco una lírica de cierta tradición española, por qué no decirlo. De esa poesía un poco lorquiana que tiene que ver con lo gitano, con el bandolero, con la puñalada... Con todo eso que también está en nuestro imaginario colectivo.

—De hecho, el disco se abre con «Puñalada trapera». ¿Habéis recibido muchas?

—Yo no las he sentido. En ese caso sí que se trata de algo un poco más metafórico.

—En «Palabra es lo único que tengo», la canción más intensa del disco, os preguntáis si las canciones hieren y si los versos duelen. ¿Debería ser así?

—A todos los periodistas os fascina esa canción, os toca el corazoncito [se ríe]. Nosotros entendemos que sí. Que nuestras canciones tienen que punzar, que tienen mucho de puñalada. Porque el arte es búsqueda, es hacerte preguntas, es cuestionar, confrontar y sí, a veces herir, también.

—No se puede decir que Vetusta Morla haya clonado fórmulas en ninguno de sus cinco discos, pero ¿es este en el que más habéis arriesgado?

—Para nosotros cada disco es muy diferente del anterior. Es más, surgen casi como una respuesta uno al otro. Pero en todos hay como una bisagra que da paso al siguiente. Cable a Tierra recoge algunas consignas que ya estaban en Mismo sitio, distinto lugar, a nivel tecnológico y de composición, pero le añade una mirada a la tradición, a recoger ese poso, ese pasado que llevamos dentro. Ese acercamiento al folklore y a las músicas populares ya habían aparecido en otros discos de Vetusta, en canciones como Maldita dulzura, ¡Alto! o 23 de junio, pero nunca lo habíamos mostrado tan abiertamente ni de una manera tan conceptual.

—Son muchos los músicos que creen que lo más excitante que está pasando en estos momentos en la música española es precisamente esa conexión con la raíz.

—Sí, eso tiene que ver con la llegada de una generación muy desprejuiciada en esos aspectos. Una generación que ha perdido esa mirada como de soslayo y con cierto recelo con la que se ha considerado en España a las músicas folklóricas o de tradición popular, quizá porque han estado un poco politizadas. Pero ha llegado esta generación nueva, sin velos, con una mirada más limpia y han explorado esa tradición maravillosa que tenemos y lo están plasmando con una contemporaneidad inaudita. Es muy interesante. Ya te digo que nosotros ya habíamos hecho en otros discos esto de mirar a lo que llevas caminado para luego proyectarlo al futuro. Y eso es también, un poco, lo que se está haciendo en la actualidad con estas músicas, rebuscar en las raíces y lanzarlas hacia el futuro para que las siguientes generaciones no pierdan el eslabón.

—Vetusta Morla nunca ha sido un grupo de muchos prejuicios.

—La verdad es que no. Nosotros, más allá de etiquetas, somos un grupo de canciones, porque al final la canción es lo que va a perdurar. Y en este disco también se trabaja mucho esa idea de la trascendencia. No de esa trascendencia de dártelas de nada, porque hay que ser consciente de que, al final, las bandas desaparecen y los músicos van y vienen. Lo que quedan son las canciones.

—¿Y cuando «el truco se termine», como decís en «Al final de la escapada», la canción que cierra el disco?

—Bueno, pues «no nos cubran con sudarios ni me aplaudan en los palcos, dejen dicha la oración que les pedí». Eso, que quede la música aunque los creadores desaparezcamos.

—¿Os sentís hoy, de alguna manera, aquellos «últimos de un viejo clan», de los que hablabais en «La vieja escuela».

—No, no nos sentimos así. Sí que es cierto que mantenemos como un cierto romanticismo por una manera a lo mejor muy antigua de entender, vivir y publicar la música. De trascender, de sobreponernos a la idea de fugacidad que parece imponerse en estos tiempos de consumo rápido, de usar y tirar. Pero nosotros nunca hemos dejado de palpar el presente. No, nos sentimos el cierre o el coletazo de una generación. Y de hecho, la presentación de este disco la vamos a hacer en una red como TikTok, que ya no es ni presente, que es futuro. Yo no tengo ni cuenta en TikTok, lo conozco por mis sobrinos.

—¿Esa presentación a través de TikTok forma parte de una estrategia para renovar el público de Vetusta Morla?

—El público nunca sabes por dónde te va a llegar. Cualquier estrategia te puede abrir hacia otros públicos. TikTok es una red que está muy en pañales todavía y creo que aún tiene muchas cosas que decir, que puede ir mucho más allá de los bailes y los challenges. Yo he visto en TikTok una creatividad maravillosa. Vamos a ver adónde llevan nuestras canciones.

—De momento, con vuestras canciones habéis llenado el Wizink, después La Caja Mágica y ahora vais a por el Wanda Metropolitano. Ningún grupo español había llegado tan lejos.

—Y el Royal Albert Hall de Londres se nos escurrió entre los dedos [Vetusta Morla tenía programado allí un concierto para el 16 de marzo del 2020]. Pero sí, al final es como una evolución natural. A medida que amplías públicos, amplías también aforos. Lo cual no deja de ser un riesgo, obviamente, porque a lo mejor hay algún momento en el que lo mismo tienes que recular. Que tampoco pasaría nada. Hoy parece que todo tiene que ser expansivo todo el rato, pero no tiene por qué ser siempre así. En cualquier caso, en estos momentos para nosotros sí que lo está siendo, así que vayamos hacia ello.

—¿Hay miedo escénico en el Wanda?

—No lo sé. A mí lo del Wanda me pilla todavía un poco lejos. Aún no nos hemos centrado en la gira. Sabemos el continente pero no el contenido. En cualquier caso, si hubiese miedo escénico, habrá que solventarlo de alguna manera.

—En estas últimas semanas se está hablando bastante de una posible burbuja de conciertos en el 2022 y de las consecuencias que ello podría acarrear. ¿Cómo se ve la situación desde ahí arriba?

—Sí, eso es algo que nosotros ya lo estábamos viendo venir desde la primavera. Todo se estaba posponiendo y al final se ha creado un embudo. Evidentemente, todo el mundo va a querer aprovechar el 2022 para dar salida a sus contenidos, pero habrá que tener mucho cuidado para que esa burbuja no pinche. La gente no tiene la misma alegría que antes de la pandemia. Tenemos que aprender a adaptarnos a la situación, a cambiar las estrategias si es necesario y, sobre todo, a ser muy prudentes.

—Han pasado ya 13 años desde la publicación de «Saharabbey Road». ¿Qué se ha llevado la tormenta y el tiempo?

—Sinceramente, no lo sé. Se ha llevado de todo. Cosas buenas y cosas malas. Creo que lo importante es estar siempre en el epicentro de la tormenta y de tu tiempo, para que tanto lo que te venga por detrás como lo que vaya por delante te mantenga firme en la tierra. Para que no te lleve el ciclón como a Dorothy en El Mago de Oz.