Historias de hermanos

Mercedes Corbillón FUGAS

FUGAS

24 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El año pasado me pasaron dos cosas relevantes, Mircea Cartarescu me puso un me gusta en Facebook y me reconcilié con mi hermano. Por supuesto, lo segundo supera mucho en importancia a lo primero, pero siempre conviene aportar ligereza a las cosas del corazón.

El corazón pesa y nadie sabe odiar como un hermano.

Cuando nos peleamos, gané yo. En el rin soy implacable, una capulla que solo responde al olor de la sangre.

Enseguida comprendí aquello que decía Saccheri, que la vida es perder. Yo luchaba por mis razones, creía en ellas, pero mis razones sin mi hermano no valían de nada. Sin él, el objeto de la contienda dejaba de tener interés.

Los hermanos guardan la memoria de lo que fuimos, aquello que no podemos recordar, pero está escrito en algún lugar oscuro de nuestro cerebro, algo que hemos compartido y ni siquiera somos capaces de verbalizar, la primera infancia, vivida y cruelmente olvidada.

En Historias de hermanos, un precioso libro ilustrado, Fría Aguilar recoge historias de distintos personajes y sus hermanos. Anna y su vida al lado de Mozart, Vanessa Bell y Virginia Woolf, Cassandra y Jane Austen, siempre escribiéndose, Isolda y Oscar Wilde, Vincent y Theo van Gogh o los hermanos Bécquer, que, separados de sus respectivas mujeres, vivieron y criaron juntos a los hijos de ambos.

Mi hermano volvió y me crecieron otra vez las alas, como la vez que siendo niños me lancé desde aquella piedra tan alta. No importa la torta, importa que te hagan creer que puedes volar.