Emilio del Río, doctor en Filología Clásica: «No hay mejor autoayuda que Marco Aurelio»

FUGAS

El profesor Emilio del Río, autor del pódcast y el libro «Locos por los clásicos», acaba de publicar «Pequeña historia de la mitología clásica».
El profesor Emilio del Río, autor del pódcast y el libro «Locos por los clásicos», acaba de publicar «Pequeña historia de la mitología clásica».

«De las 'fake news' avisó Tucídides hace 2.400 años», apunta el autor del pódcast «Locos por los clásicos». De la alegría sexual de Catulo al «carpe diem» de Horacio, todo está en los clásicos

12 ene 2024 . Actualizado a las 12:43 h.

En un mundo tan avanzadamente líquido como el nuestro, en el que nos clavan por todo y nos callamos pero estallan las redes al primer vídeo íntimo o con un beso lésbico, Catulo sería un escándalo mayor, un cataclismo. «Te quedarás en casa, preparada / a echar conmigo nueve polvos seguidos», leemos en los Poemas del autor nacido en el 84 a. de C., que recupera en su último libro Emilio del Río Sanz (Logroño, 1963), doctor en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid y autor del pódcast Locos por los clásicos. «Este es un libro pensado para que quienes no conocen a los clásicos los conozcan, para el que nunca ha oído hablar de Virgilio y de Homero; para aquellos que han oído hablar de ellos y algo se les quedó, y para esos a los que Séneca se les aparece por la noche en pesadillas... Se van a reconciliar con él», asegura con humor el profesor que invita a descubrir a los grandes grecolatinos y, sobre todo, a disfrutarlos. En Locos por los clásicos puedes enloquecer a sorbitos o en plan bacanal. «Mi amigo el Mago More dice que este es el libro ideal para leer en el cuarto de baño», sonríe Del Río. Con hijos pequeños en casa, el baño es un retiro zen para el recogimiento y la lectura, sin duda. Este libro es divertido y didáctico, «¡pero es que los clásicos son muy divertidos!». Este es un libro, advierte, «también para cuñados». «Yo digo de broma que con este libro lees 36 en uno. Luego quedas con los cuñaos y citas a Marco Aurelio o Tucídides y los dejas impresionados. Los clásicos también son para cuñaos». Del Río se resiste a decantarse por un solo sabio. Al ver West Side Story o La guerra de las galaxias ves la reinterpretación de un clásico, avisa. ¿Y quién no quiere conocer y conocerse? «El alumno que ha sacado la mejor nota en la EBAU de Madrid estudiará Filosofía clásica», subraya el profesor. Ese alumno se llama Gabriel Plaza y ha dicho que prefiere «la felicidad al éxito seguro». «Gabriel ha dicho que tuvo a los mejores profesores. Yo también. Tuve grandes profesores que despertaron mi curiosidad por los clásicos, que nos hacen más críticos y, por eso, más libres. Nos enseñan sobre la vida», afirma Del Río.

­—A priori, uno oye «clásico» y se le viene encima el Partenón. Sin embargo, leemos a Catulo, como nos propones en el arranque, y pensamos: «Qué desvergonzado el tío, ¿de qué va este clásico?».

—Los que conocen a Catulo lo conocen como el poeta del amor, el poeta de los besos... Y luego es un cachondo, un bruto.

—Igual hoy no nos atreveríamos a publicar esas cosas que escribió...

—Ni la Lisístrata de Aristófanes, con su «haz el amor y no la guerra». Catulo y Safo representan la libertad en el amor y en el sexo. Los clásicos son muy actuales, por eso son clásicos. Pasa el tiempo y siguen respondiendo a las grandes preguntas que nos hacemos del amor, de la amistad, de decisiones de nuestro día a día. Los clásicos son el mejor manual de autoayuda. Porque hoy hay muchos charlatanes, vendedores de humo. No hay mejor autoayuda que leer a Marco Aurelio, a Séneca, que nos dan consejos para la vida, como eso de «Ningún viento es favorable para aquel que no sabe adónde va» o «Lo esencial es invisible a los ojos».

—Hoy que se habla tanto de poliamor y de diversidad sexual, sorprende sentirse «viejuno» ante Safo y Catulo.

—Claro. Hemos tardado miles de años en recuperar esa normalidad en las relaciones sexuales. ¿A quién le importa el sexo de la persona con la que uno se acuesta? Fíjate en Aristófanes, que critica todo lo que le rodea y en una guerra entre Atenas y Esparta (después de echar a los persas, los griegos se dedican a matarse entre ellos... ¡esto nos suena en España!) hace que Lisístrata se junte con las mujeres de Esparta, y dicen: «Hasta que no dejéis de hacer la guerra, no habrá sexo». La obra es de una irreverencia hacia las instituciones, hacia las costumbres... Es de una modernidad brutal. Como es moderno Epicteto, que he subtitulado como se titula el libro de mi amiga Marian Rojas, Cómo hacer que te pasen cosas buenas.

—¿Qué nos enseñan hoy Epicteto y Marian Rojas sobre el bienestar?

—Que la felicidad no consiste en adquirir cosas, sino en no desear nada, en ser libre. Y luego está Marcial, con «Las cosas que hacen la vida más feliz»: «Una sencillez discreta, unos amigos del mismo carácter, un sueño que haga fugaces las tinieblas, querer ser lo que se es y no temer ni anhelar el último día». ¡Esto hay que ponerlo en el corcho o en el ordenador como si fuese una guía para la vida!

—Me declaro fan de Antígona, la mujer contra el «stablisment» machista.

—¡Hombre! La mujer que se rebela. He titulado ese capítulo como la película de Katharine Hepburn. Sófocles pone esta frase en su boca: «Me rebelo contra el poder de los hombres». Lo dice así. Hay muchas mujeres en el libro: Safo, Medea, Sulpicia, la única poeta de la Roma clásica que ha llegado hasta nosotros. Y está Cleopatra, que es el ejemplo del empoderamiento de las mujeres. Antígona dice, hace 2.400 años: «No temo a la voluntad de ningún hombre, no tengo que temer que los dioses me castiguen por haber infringido las órdenes de un hombre».

—¿Es Séneca un precursor del Twitter?

—Sí, Séneca tiene pensamiento Twitter en la medida en que concentra en muy pocos caracteres principios fundamentales. Séneca reivindica la bondad y dice: «Feliz es el que se contenta con lo presente».

—¿Qué tienen que ver Los Manolos con Cicerón, cantan la misma canción?

—Cuando cantamos el «Amigos para siempre» de Los Manolos, hablamos de De amicitia de Cicerón. Cicerón escribe sobre la amistad y escribe una cosa preciosa: «Sin amistad, la vida no vale nada».

—¿Con qué clásico se queda?

—Con el carpe diem de Horacio. Carpe diem es 'aprovecha la vida', pero no estar de juega o de botellón, no... ¿Te acuerdas de La vida de Brian? Saben que van a morir, ¿y qué hacen?, ¿se ponen a llorar? No, se ponen a cantar y a silbar. Eso es carpe diem. Decía Churchill: «Me he pasado la mitad de mi vida preocupándome por cosas que nunca me han pasado». Esto nos dicen también los clásicos.

—A los políticos, les iría bien tener a Tucídides de autor de cabecera, ¿no?

—¡Tucídides es de tan actualidad! Cuando dice: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país», es lo que utiliza Kennedy miles de años después. Y no es casualidad. El escritor de discursos de Kennedy era Gore Vidal, experto en el mundo clásico. Hace 2.400 años, ¡atención!, avisa Tucídides del peligro de las falsas noticias, las fake news. Y del peligro de los populistas en la democracia, que son esos que dan soluciones fáciles a problemas complejos. Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.

—¿Y qué les pasa a los pueblos que no conocen a sus filósofos?

—Que repiten sus errores una y otra vez.

—Maravilloso el «affaire» entre Cupido y Psique. 

-¡Por Dios! Cómo el amor todo lo vence, el amor siempre quiere más... Hay muchos elementos en ese mito de Cupido y Psique, que es una alegoría del alma humana.

—«Lightyear» se prohibió un beso lésbico. Respecto a los clásicos, ¡vamos para atrás! ¿Hay remedio?

—Hay que leer a Safo. Necesitamos a los clásicos también como un modelo de libertad. Quedan aún muchos espacios por conquistar de libertad e igualdad en todo el mundo.