La mejor nueva artista de la música latina tiene 95 años

FUGAS

CAROLINE BREHMAN

Se llama Ángela Álvarez, es cubana y en la última edición de los Latin Grammy logró el gramófono en la categoría de nuevo artista

01 dic 2022 . Actualizado a las 17:46 h.

Más allá del arrase de Jorge Drexler logrando siete gramófonos con su álbum Tinta y tiempo. Más allá de la enésima consolidación de Rosalía en unos premios como la gran estrella pop del mundo hispano de la mano de Motomami. Más allá de la supuesta derrota de un Bad Bunny que, aun así, se llevó cinco premios de los diez a los que estaba nominados. Trascendiendo todo eso, en la última edición de los Latin Grammy emergió un nombre que dejó al público e industria boquiabierta. Se trata de Ángela Álvarez, una cantante cubana originaria de Camagüey. Empató con la mexicana Silvana Estrada en la categoría de mejor nueva artista. Entre ambas existe una distancia ¡de 70 años! Silvana tiene 25, mientras que Ángela cuenta ya 95 primaveras. Un abismo generacional que choca frontalmente con la idea abstracta que se tiene de una «nueva artista».

Pero Ángela Álvarez lo es. Su primer disco —el homónimo Ángela Álvarez— se lanzó en el 2021. En él se recogían 15 piezas del medio centenar de composiciones propias que tenía guardadas en un cajón. Apenas las había tocado para la familia y amigos. Su nieto, el músico y compositor Carlos José Álvarez, estaba enamorado de ellas. La impulsó a registrarlas en un estudio, provocando este tardío debut totalmente insólito. Gustó. Cuando actuó en el teatro Avalon de Hollywood su historia fue presentada por Andy García, a quien conquistó totalmente. Él puso en marcha un documental titulado Miss Angela. En él se recoge toda la peripecia vital de esta mujer. No solo eso. De la mano del actor también hizo un pequeño papel en la nueva versión de la película The Father of the Bride en la que aparece cantando el bolero clásico Quiéreme mucho. Y, de pronto, fue nominada a un Latin Grammy.

Esa ya era en sí misma la gran noticia. Aquella emigrante cubana que se plantó en Miami en los primeros sesenta se encontraba en el foco de la industria. Su disco, que se desarrolla entre la lentitud, la delicadeza y la nostalgia del son, acoge constantes referencias a su patria. Es el caso de Qué linda es, un lamento de lo dejado atrás y en lo que se ha convertido aquel paraíso soñado («Cuba, qué linda es mi Cuba / Qué triste te encuentras, que sola estás»). También el de Romper el yugo, que apela a las ansias de libertad del país regido por una dictadura desde los años sesenta («Oh, Dios eterno, tiende tu mano, ayuda a Cuba a renacer, calma la ira, aplaca el odio, dale al cubano la libertad»). Y, por supuesto, Un canto a mi Cuba, una declaración de amor al país de origen («Cuba es mi patria querida / porque en Cuba fue donde yo nací / pasé mis años de infancia y todas mis ansias se quedaron allí)». En todas planea el mismo anhelo que recorre un disco muy marcado por la tristeza. Camino sin rumbo habla de su marido, fallecido en 1977. María, de su hija, también muerta. Ambos fueron víctimas del cáncer. Pese a todo, se trata de canciones purificadoras que reconfortan al oyente.

«La música es el lenguaje del alma, podemos entender tantas cosas a través de ella», dijo durante la ceremonia de los Latin Grammy al recoger su premio. Y, precisamente, en sus canciones se revela un lenguaje con el que hablar de dolor, ausencias y pesares. En ese sentido, se podría decir que hay algo de autobiografía musical y de evaporación de una vida dura y llena de reveses. Fuera de un país que añora cada día, trabajando en empleos precarios — recogiendo tomates en el campo o limpiando oficinas— que no le permitían disponer de solvencia económica, con un padre que no le dejó dedicarse a la música y un desarrollo como madre trufado de tragedias. Sin embargo, la música siempre estuvo ahí para poner el alma a hablar con toda su hermosura. Autodidacta, fue creando canciones de manera discreta hasta encontrar ahora su pedacito de gloria cuando ya divisa el centenario. «Desde niña siempre me gustó la música. Yo tenía unas tías a las que quería mucho y que tocaban el piano. Cuando había reuniones de familia, ellas me decían "ven para que cantes" y yo lo hacía. Eso me gustaba mucho, sobre todo cuando toda la familia aplaudía. ¡Uy, eso me emocionaba!», decía Álvarez en una entrevista en la BBC tras el premio.

Pues ahora sus temas los puede disfrutar todo el mundo. «Es sentimiento inexplicable», señalaba en la gala. «Mi sueño es dejar esta vida sabiendo que de alguna manera mi música perduraría», añadía poco después. Y los sueños, como se puede ver, a veces se hacen realidad. Incluso a los 95 años.