Carla Montero rescata a las pioneras del motor en su última novela: «La historia se ha olvidado de las mujeres automovilistas»
FUGAS
Carla Montero nos hace viajar al Mónaco de finales de los 30 y a la isla de Man para descubrirnos a las pioneras del motor. Una intriga a toda velocidad
29 sep 2025 . Actualizado a las 13:54 h.Esta historia es una historia que surge por casualidad. «De hecho, fue la historia la que me encontró a mí», afirma Carla Montero (Madrid, 1973), que cuenta que una importante marca de coches le encargó hacer un relato sobre las mujeres y el motor hace más de un año y al investigar descubrió que «no se había escrito nada sobre las hazañas de estas heroínas al volante». Al hilo de ese encargo, la autora de la exitosa La tabla esmeralda nos sumerge ahora en el apasionante mundo de las carreras de coches. «Tengo el carné de conducir, pero no uso el coche jamás», confiesa.
—Carreras de coches, intriga y una gran historia de amor. Estos son los ingredientes con los que construyes tu nueva novela, «La dama de la niebla».
—Efectivamente. La novela arranca en Montecarlo, en el gran premio de automovilismo de 1937 con una muerte misteriosa, que va a ser el hilo del que irá tirando el lector para descubrir a lo largo de las paginas qué sucedió realmente. Y en esta ocasión, me centro en el mundo del motor, de la velocidad, en las primeras mujeres pilotos de carreras, para narrar la historia de amor más bonita que he contado nunca, de nuevo en el período de entreguerras.
—¿Cuál es el origen de esta nueva historia en la que descubrimos a las pioneras del motor que compitieron codo con codo con pilotos masculinos al volante de los automóviles más veloces de la época?
—Es una historia que surge por casualidad. Te confieso que fue la historia la que me encontró a mí. Una importante marca de coches me encargó hace un año hacer un relato sobre las mujeres y el mundo del motor. Y al empezar a investigar, me di cuenta de que no se había escrito nada sobre estas carismáticas heroínas. No me lo podía creer. De nuevo, la historia se había olvidado de estas emblemáticas figuras femeninas por el relato masculino; por eso, decidí sacar a la luz sus logros y hazañas y rendirles así un homenaje.
—A través de Mila Kovac, tu protagonista, una joven piloto española, vivimos de primera mano el mundo de las carreras, la rivalidad entre los pilotos y el riesgo al que se enfrentaban en cada competición a finales de la década de los treinta.
—He construido a Mila Kovac, personaje ficticio, basándome en las biografías principalmente de Hellé Nice, exbailarina y que se convirtió en la piloto más famosa de su tiempo a los mandos de su Bugatti, y Lucy O´Reilly, quien además de contar con una exitosa trayectoria, fundó y dirigió su propio equipo de carreras. Estas mujeres no solo compitieron en las mismas pruebas y al mismo nivel de exigencia que los hombres, sino que derribaron barreras en un deporte que las menospreciaba. A menudo las acusaban de ir a lucirse a las competiciones, a los patrocinadores les interesaba explotar su imagen.
—¿Es Carla Montero también una apasionada de la velocidad y las carreras? —Confieso que tengo el carné de conducir, pero no utilizo el coche jamás. En mi familia, son muy aficionados a las carreras de coches y las siguen por la televisión. Antes no me llamaban la atención y ahora, a raíz, de haber indagado tanto en este mundo, me paro delante de la tele y curioseo un poco.
—¿Los tuyos han leído ya «La dama de la niebla»? —La ha leído mi hija, que tiene 21 años, y cuando la terminó estaba llorando a lágrima viva. Le gustó mucho, según me comentó.
—La acción se desarrolla en la isla de Man. Como en tus anteriores novelas, el escenario se convierte en otro personaje más de la historia, con sus evocadores y bucólicos paisajes.
—Ha sido un gran descubrimiento viajar hasta el mar de Irlanda y recorrer estos parajes para ambientar y recrear esta novela. Tienen muchísimo encanto sus bosques, sus pequeños pueblos, sus maravillosos acantilados y todo bajo ese pasado vikingo, repleto de leyendas y mitos. La verdad es que disfruto mucho cuando viajo a los escenarios de mis novelas. Es un trabajo muy enriquecedor y apasionante. Aquí he paseado por las mismas calles por las que competían estas heroínas con sus autos a velocidades increíble. Ha sido además un interesante viaje al pasado.
—¿Qué te seduce tanto del período de entreguerras para situar esta historia a las puertas de la Segunda Guerra Mundial?
—Me fascina esa época porque es una fuente inagotable de historias. En esta ocasión, me apetecía explorar el clima prebélico a través de las vidas de personas corrientes. Y me ha influido mucho el maravilloso libro La guerra no tiene rostro de mujer de la premio Nobel Svetlana Alexiévich. Ahora, me sorprende que con lo que se vivió en aquella época de dolor, muerte y sufrimiento, nos despertemos con los bombardeos terribles en Gaza y en Ucrania y que el ser humano no haya aprendido de los errores del pasado.
—¿Te ves escribiendo historias de viejecita?
—Probablemente. No a este ritmo, porque hoy es mi oficio, es un trabajo, pero sí como necesidad. Necesito escribir para expresar y sacar todo lo que llevo dentro.
—¿Cuál es tu mayor ilusión?
—Ver una de mis novelas adaptada al cine o convertida en una serie.