Los narcos ya no invierten en paraísos fiscales y vuelven al método clásico del testaferro

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La leyenda decía que Oubiña guardaba el dinero en las vigas del pazo de Baión
La leyenda decía que Oubiña guardaba el dinero en las vigas del pazo de Baión VITOR MEJUTO

Los históricosgallegos  fueron pioneros en la apertura de sociedades «offshore» panameñas

17 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la Audiencia Nacional confiscó el pazo de Baión, en el año 1995, ya corría el rumor de que Laureano Oubiña y Esther Lago ocultaban entre las vigas los jugosos beneficios que les estaba proporcionando el tráfico de hachís. Por eso, antes de que quedara en manos de Freixenet y posteriormente de Condes de Albarei, los agentes agujerearan techos y paredes en busca de un dinero que nunca apareció. Quizás estaba ya en los paraísos fiscales a los que había recurrido el matrimonio; por supuesto, Panamá entre ellos, donde estaba domiciliada la empresa Fashion Earling, propietaria del propio pazo.

Los narcos gallegos fueron pioneros en la apertura de sociedades offshore en Panamá. Las relaciones de los clanes gallegos con el país del canal nacieron de la propia naturaleza del negocio, ya que de allí partieron muchos de los alijos embarcados con destino a las costas gallegas. Luego llegaron las relaciones personales; las más estrechas, las de Sito Miñanco, que hasta se casó con la panameña Odalys Rivera y se estableció varios años en el país centroamericano. Pero los cambadeses Oubiña y Miñanco no fueron los únicos; también abrieron sociedades en Panamá otros capos de las rías gallegas como Marcial Dorado, aunque el ahora reo de la Justicia tenía un entramado de sociedades opacas que recorrieron medio mundo, desde las Islas Vírgenes a Belice y de Suiza a Liberia pasando por Marruecos. Y casi todas, domiciliadas en un coqueto chalé en el centro de Vilagarcía.

Pero en realidad no son los paraísos fiscales los que ocultan la mayor parte del dinero negro conseguido con el tráfico de estupefacientes. Los primeros beneficios se invirtieron en casas y coches. Hay que tener en cuenta que casi todos ellos habían pasado dificultades en su infancia y hacer ostentación de su nivel de vida ante los vecinos era importante. Por eso Oubiña compró el pazo de Baión y Charlín el de Vista Real. Luego vinieron los viñedos, las conserveras, las gasolineras, los garajes, los apartamentos de lujo... El problema surgió cuando ya no había dónde meter tanto dinero y las fuerzas del orden empezaban a husmear jaleadas por las denuncias de las madres antidroga. Esther Lago tuvo que dejar de ir en chándal a los bancos de Vilagarcía con bolsas que rebosaban billetes verdes.

Para entonces el dinero sobraba y ellos ya se habían hecho con una plantilla de abogados y asesores que les recomendaron ocultar los millones en paraísos fiscales a través de sociedades offshore como las que ahora están dando tanto que hablar. Por eso ya las conocían hace más de tres décadas. Todo ello sin abandonar los métodos antiguos que fueron siempre los preferidos; invertir en propiedades que se ponían a nombre de terceros: los padres, los hijos, la mujer, la amante... Baste recordar el desfile de amigas íntimas de Pelopincho que hace unos años se pasearon por los pasillos de la Audiencia de Pontevedra para dar cuenta del origen de los bienes que supuestamente eran propiedad del desaparecido José Antonio Pouso Rivas.

En realidad, al paraíso fiscal se recurre cuando los millones se cuentan por múltiplos de diez. No es lo que pasa con los narcos que operan ahora, que ya no alcanzan tan altos beneficios y se limitan a invertir en lo de siempre: casas, coches y empresas tapadera. El fiscal antidroga de Pontevedra, Luis Uriarte, lo confirma: «En los juicios por blanqueo de los últimos años no hemos encontrado paraísos fiscales, sino propiedades a nombre de terceros». Uno de los casos más recientes es el de Vázquez Roma, que reconoció estar detrás de todas las operaciones y propiedades que figuraban a nombre de sus familiares.

Por eso a uno de Vilanova le encontraron el dinero en un garaje y a otro de Carril, varios millones en la lavadora. Más blanco, imposible.