Una gallega de mundo que reivindica siempre con orgullo sus orígenes

Gonzalo Bareño MAdrid / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

María Emilia Casas huye de arrogarse cualquier protagonismo personal a pesar de sus muchos méritos

25 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Huye de arrogarse cualquier protagonismo personal a pesar de sus muchos méritos, pero es perfectamente consciente de que el suyo es un caso excepcional en un país en el que la mujer sigue aún discriminada en todos los ámbitos de la sociedad, pese a los grandes avances de los últimos años. Primera mujer catedrática de Derecho del Trabajo en España, miembro más joven en ocupar un puesto de vocal en el Tribunal Constitucional y primera y hasta ahora única mujer que ha presidido el alto tribunal. María Emilia Casas es una gallega de mundo que reivindica con orgullo sus orígenes siempre que tiene ocasión.

De gustos sencillos, alérgica a la pompa y el boato, amante del cine y de la conversación con los amigos, presume de haber conducido su vida con independencia en lo personal y también en lo profesional. Su vocación de juventud era la filosofía, pero sus padres la animaron a estudiar también Derecho, consejo por el que les está eternamente agradecida. Es experta en relaciones laborales, campo al que ha dedicado una buena parte de su extensa carrera profesional.

Metódica, prudente, organizada, propensa al diálogo y el consenso, a María Emilia Casas le tocó protagonizar como presidenta del Tribunal Constitucional algunas sentencias históricas de la democracia española, como la que avaló la constitucionalidad de la Ley Integral contra la Violencia de Género o la que acabó declarando inconstitucionales, tras cuatro años de deliberación marcados por las incidencias procesales y las recusaciones, determinados preceptos del Estatuto de Cataluña. Ella fue la encargada de redactar el séptimo y último borrador de la sentencia. Como vocal, participó en fallos históricos, como el que avaló el matrimonio homosexual. Y vivió también los momentos de tensión creados por la decisión del Tribunal Constitucional de excarcelar a los miembros de la mesa nacional de Herri Batasuna que habían sido condenados por el Supremo. Hija de un registrador de la propiedad -circunstancia que marcó su vida errante en la infancia y primera juventud- y casada luego con el catedrático de Derecho Administrativo Jesús Leguina Villa, recientemente fallecido y con el que tuvo cuatro hijos, es una mujer de convicciones firmes, trato afable, espíritu progresista y muy volcada en su familia.