Otras vidas truncadas por el fuego

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Además de los tres fallecidos el domingo, hay cuatro víctimas en el terrible agosto del 2006 y dos en el 2010

16 oct 2017 . Actualizado a las 04:23 h.

Celia y su hija Marisa volvían en coche felices a su casa de Vigo después de pasar unas vacaciones en San Martiño de Vilar, en Silleda. Hasta que se toparon con la tragedia. Era el 4 de agosto del 2006. Madre e hija murieron asfixiadas tratando de escapar del terrible incendio que se declaró en el concello pontevedrés de Cotobade. Al escabullirse, el coche en el que viajaban sufrió un pequeño accidente. Ellas bajaron del automóvil, pero el humo acabó por asfixiarlas.

El fallecimiento de Celia Golmar, de 75 años, y Marisa Castro, de 50, es uno de los episodios más trágicos de la reciente historia de los incendios forestales en Galicia. Aquel agosto de hace once años fue especialmente violento. El mismo viernes en que perecieron Celia y Marisa se registraron 108 fuegos en la comunidad. Toda una orgía incendiaria.

Ese mismo mes de ese mismo año perdía la vida Manuel Parada, de 74 años, la tercera víctima de ese verano trágico en el que se quemó media Galicia. Manuel fue encontrado en posición fetal, como si hubiera intentado resguardarse del humo y del fuego, pero sin éxito. Quedó atrapado por las llamas cuando luchaba contra ellas en el municipio de Campo Lameiro (también en Pontevedra).

A la lista de víctimas mortales se sumó unos días después Gustavo Vallejo, de 70 años, que fue vencido por las llamas cuando trataba de alejarlas de su casa, en A Cañiza. Murió en el hospital, donde ingresó con el 25 % de su cuerpo con quemaduras. Gustavo luchaba contra el fuego que amenazaba su hogar cuando perdió el equilibrio y fue alcanzado por las llamas en brazos, piernas y torso.

Trabajadores experimentados

Cuatro años después de aquel verano que difícilmente podrán olvidar los gallegos volvió la tragedia. Dos brigadistas experimentados perdieron la batalla contra el fuego mientras luchaban contra él en Fornelos de Montes. Eran Julio Martínez de Silva, de 27 años, y Rodrigo Amo, de 35. Sus cuerpos aparecieron calcinados a unos cien metros de donde trabajan sus compañeros y en su momento se investigó por qué se alejaron del grupo. Seguramente se vieron sorprendidos por un cambio de viento que los envolvió en llamas.

Este es el relato trágico más reciente de las consecuencias de los incendios en Galicia. Pero antes del 2006 hubo más víctimas de los incendiarios. Ojalá las de ayer fuesen las últimas.

El drama portugués

Portugal vivió este pasado junio una de las mayores tragedias de su historia. Un monumental y descontrolado incendio en el centro del país causó la muerte de 64 personas en pocos días. Muchas en ellas perdieron la vida dentro de sus coches intentando huir de las llamas en la ya conocida como carretera de la muerte en Pedrógão Grande. El Gobierno luso decretó el estado de calamidad.

Las víctimas del domingo