La Voz cubre a pie la ruta jacobea, que en el 2017 batió récords con 301.000 peregrinos

e. v. pita
Doctor en Comunicación Contemporánea, licenciado en Derecho, Sociología y Ciencias de la Información y escritor
alberto lópez
Tras casi quince años como fotógrafo y redactor en la delegación que La Voz de Galicia tiene en Monforte, desde 2013 plasma su visión de la actualidad en las páginas de la edición de Lugo.

Lluvia, barro, ampollas... pero también un patrimonio cultural de prestigio internacional que atrae a romeros de todo el mundo. Prueba de ello es que en el 2017 se batió un nuevo récord con 301.036 peregrinos acreditados en las oficinas de Santiago que otorgan la compostela, el certificado que acredita haber cubierto esta ruta milenaria religiosa. Fueron 25.000 más que en el 2016, año histórico por la afluencia masiva de caminantes, y 30.000 más que el año santo 2010. El Camino de Santiago ejerce tirón entre los extranjeros, que ya han pasado a ser el 56 % de todos los peregrinos. De Italia vinieron 27.073, de Alemania 23.227 y de Estados Unidos otros 17.522. También recorrieron la ruta jacobea ciudadanos de Portugal, Francia, Irlanda, Reino Unido o Brasil, entre 168 nacionalidades distintas. El Camino es ya una aldea global.

Ni siquiera la dureza del invierno ha frenado esta avalancha. El pasado febrero llegaron a Santiago 2.181 caminantes y a primeros del marzo, 250 más por día. Todo apunta a que el torrente de fieles continuará en Semana Santa. Por ello, La Voz se ha planteado el reto de coger la mochila y salir a andar tras la flecha amarilla para desentrañar las claves de este éxito global. El periódico inicia hoy una serie de ocho reportajes en la que dos peregrinos relatarán su experiencia diaria a pie a lo largo del tramo del Camino Francés que cruza Galicia, el mismo por el que pasaron 176.075 devotos el año pasado. La salida arranca desde Vilafranca de O Cebreiro y la llegada está prevista una semana después a Santiago de Compostela.

El objetivo de este viaje a pie es comprobar la situación real del Camino, porque solo faltan tres años para el próximo año santo 2021. Todo tiene que estar listo cuando se abra de nuevo la Puerta Santa de la catedral de Santiago y, quizás, se vuelvan a batir récords de afluencia. La Administración gallega afronta el reto de brindar al romero un sendero cuidado e integrado en un paisaje que es patrimonio de la humanidad de la Unesco.

El Camino Francés es el más popular y su trazado se remonta a la Edad Media, siguiendo viejas calzadas romanas. En él florecieron los intercambios culturales con Europa. Miles de peregrinos les dan vida a las aldeas y viejas corredoiras que integran el drama de la España vacía. Es una arteria que vuelve a bombear.

La serie sobre el Reto 2021 apuesta por un diario personal y narra los pasos a lo largo de las siete etapas por tierras gallegas. A la vez, realiza un chequeo de los tramos jacobeos para darle tiempo a la Administración a mejorar aquellos parajes que, a día de hoy, están descuidados o abandonados. Serán 157,5 kilómetros a recorrer en siete etapas, una semana de camino, a una media de 22 por jornada.

Los periodistas de La Voz se convertirán también en romeros que irán a pie a la vez que hacen una radiografía del estado y conservación del camino, del servicio de los albergues y restaurantes, e incluso de los precios y calidad de los menús. Se harán eco de las mejores historias de los peregrinos que aprovechan el inicio de la primavera y las vacaciones de Semana Santa para lanzarse a andar, cabalgar o correr en bici.

El relato hablará de lo bueno y lo malo del camino, desde ataques de perros sueltos hasta tramos obstruidos por barrizales, señales tramposas para desviar a los caminantes hacia bares, caída de árboles o muros sobre las pistas, o puntos negros que generan extravíos.

La ruta jacobea está protegida por leyes del Gobierno gallego desde 1996 para blindar los tramos. El texto que establecía las bases para blindar el entorno de este sendero peatonal con mil años de historia fue refundido en una ley del 2016 más amplia sobre el patrimonio cultural de Galicia. Dicha legislación exige que el ancho de la vía peatonal sea de tres metros, que no crezcan en sus márgenes especies foráneas como el eucalipto, y que no se talen las autóctonas. Tampoco se tolera el tránsito de coches, motos o quads ni canteras o factorías en el entorno. Otro reto es armonizar el entorno arquitectónico y etnográfico, lo que incluye la reconstrucción de aldeas con casas de piedra y la erradicación de las uralitas y el feísmo.

La primera etapa gallega arranca en Vilafranca de O Cebreiro, en Os Ancares, a 1.330 metros de altura. Quienes llegan desde O Bierzo, en León, deben subir por un tramo rompepiernas para alcanzar este pueblo famoso por las pallozas prerrománicas. Asentado en una loma, como una fortaleza, se divisan los valles de León de un lado y los pueblos de Os Ancares desde otro. Al fondo, los picos nevados de Tres Bispos. La iglesia románica de O Cebreiro custodia un cáliz que algunos identifican con el Santo Grial. Tras subir varios altos más y divisar los paisajes de Os Ancares y O Courel, hay descenso hasta los prados de Triacastela. Se llega por una ancestral corredoira flanqueada por árboles de cuento.

La segunda etapa, hasta Sarria, da la opción de atajar o desviarse al venerable monasterio de Samos, encajado en un cráter y con un entorno forestal bien cuidado. El destino final de la jornada es Sarria, un pueblo que crece.

La tercera jornada exige subir el monte hasta alcanzar Portomarín, con sus calles empedradas con cuestas. La iglesia fortaleza fue movida de sitio antes de inundar el pueblo. El cuarto día de viaje termina en Palas de Rei, que tiene un albergue de estilo japonés. La quinta jornada continúa el descenso, con su paso por Melide, hasta Arzúa. Al día siguiente, la meta es Pedrouzo y, al séptimo, desde el Monte do Gozo, se divisan las torres de la catedral de Santiago.