12. Despedimos Castilla soltando lastre y liberando las alforjas de la bicicleta para lo que resta de Camino

GALICIA

Iago García / Senén Rouco

En la cruz de Fierro se deja una piedra que debes haber cargado desde el origen

07 ago 2018 . Actualizado a las 19:38 h.

La cruz de Fierro, según la toponimia berciana, es uno de los lugares más simbólicos del Camino. El monumento no destaca por su forma: un simple poste de madera rematado en lo alto por un crucifijo de hierro. Pero su base cada año crece en tamaño. Decenas, centenares, miles, millones de cantos y pedruscos la circundan. La encontramos a apenas cinco kilómetros del inicio de la etapa, Foncebadón. Cuenta la leyenda que aquí el peregrino debe dejar una piedra que ha cargado desde su lugar de origen. Penitencia para los más religiosos, metáfora para librarse de los problemas según los paganos. «Las nuestras son grandes», dicen los leoneses Pablo Valenzuela y Chema García. «Tenemos un par de pecados considerables que dejar aquí», añaden. En el 2011 ya consiguieron su primera compostela y ahora van a por la segunda. «Cuando haces una promesa, tienes que cumplirla», coinciden al unísono sobre los motivos que los han puesto de nuevo en la ruta jacobea.

La mañana está siendo gélida en comparación con las calurosas jornadas anteriores y la niebla añade un toque íntimo. Si sumamos los 1.500 metros de esta cima, el punto más alto de todo el trazado francés, la atmósfera que se respira es mística. Luis y Lucas Rincón, padre e hijo de Madrid, lo saben. Es su quinta vez en este lugar. «En días como hoy es mágico estar aquí», dice Lucas. Acompaña a su padre desde el último lustro, un amante del cicloturismo que lleva toda la vida disfrutando el peregrinaje. «Cuando era pequeño le decía que me diera algo para dejar aquí... cuando me acompañó por primera vez y lo vio con sus ojos fue increíble», relata con cierta emoción. «Aquí debajo hay fotos de los que se han ido ya, dibujos de mi hijo, muchos buenos deseos y agradecimientos», finaliza girando su cabeza hacia la montaña pétrea.

Quitarse un peso de encima aquí antes de afrontar la subida a O Cebreiro en la siguiente etapa es en cualquier caso una buena idea. Martina, una chica italiana, lo reconoce al momento. «No me imagino cargando con esto en esas montañas», dice refiriéndose al famoso tramo entre el barrio de Hospital, aún en el Bierzo y la iglesia de Santa María la Real cebreirega.

Para Guerandel Gambier, romero acompañado de sus nietos, la dureza física pasa a un segundo plano. «Aquí se viene a enterrar los problemas», reconoce, añadiendo al mismo tiempo que «durante todo el Camino y no solo aquí debes hacer ese recorrido de reflexión espiritual». Mientras, sus jóvenes acompañantes se detienen ante las piedras que han ido dejando los peregrinos. Algunas, con mensaje: «El Camino eres tú»; otras, con la foto de un ser querido y palabras de recuerdo: «No te olvidamos». Dejamos las nuestras y las ruedas pisan otras, las que nos guían a Santiago.

«Volvemos a casa desde Muxía, solo así está completo el Camino»

Alexia y Laurent, de Isla Reunión, posan en Ponferrada
Alexia y Laurent, de Isla Reunión, posan en Ponferrada Senen Rouco

Si los canarios son a su vez españoles, a Alexia y Laurent, habitantes de la paradisíaca Isla Reunión, habrá que considerarlos franceses. El año pasado empezaron en su país, en Saint Jean de Pied de Port, el Camino Francés. Este, con sus bicicletas, han emprendido el de vuelta. «Empezamos en Muxía, cruzamos Santiago y llegaremos a Francia. Solo así está completo el Camino», dicen sobre su peripecia a la inversa. Eso sí, para estos peregrinos el destino final importa, y mucho. «La verdad es que la llegada al Obradoiro es indescriptible, mucho más emocionante que volver a nuestro país», admiten sin tapujos. Tienen suerte. Todavía les quedan 600 kilómetros de disfrute antes de llegar.

«Somos cristianos y esa es la principal motivación para llegar a Santiago»

Yohan, Don Sung y Peter, los dos primeros coreanos y el último holandés, en Molinaseca
Yohan, Don Sung y Peter, los dos primeros coreanos y el último holandés, en Molinaseca Senen Rouco

Los tres dicen que la religión es el motivo principal, pero no el único, en esta peregrinación. Les une el cristianismo, pero en su romería también hay diferencias. Peter, por ejemplo, lleva 10 semanas en marcha desde que salió de su país, Holanda. «Somos cristianos y esa es la principal motivación para llegar», comenta afligido al ver ya cerca el final. Yohan y Don Sung son surcoreanos. El primero no disfrutó su anterior ruta jacobea al estar trabajando y quiere redimirse. «Empleado en el audiovisual, tuve que grabarlo. Ahora quería hacer dieta y deporte pero es imposible», confiesa riéndose. Don Sung, que pisa nuestro país por primera vez, le da la razón: «La comida, la gente, la naturaleza... ¡Todo es maravilloso!».

Del puente romano de Molinaseca a Villafranca del Bierzo, la «pequeña Compostela»

Senen Rouco

La etapa es ideal para el bicigrino. Rebasada la cruz de Fierro es tentador elegir la carretera LE-142 en vez de las sendas. En esta bajada serpenteante por carretera hemos alcanzado gran velocidad. Entre los puntos fuertes de la jornada está el puente de origen romano de Molinaseca. Más adelante, en Ponferrada, se ve de lleno su castillo en el trazado. Antes de la meta se atraviesan viñedos de mencía. Se bajan y suben desniveles pronunciados continuamente. La iglesia de Santiago de Villafranca te da la bienvenida a la localidad, a mano izquierda. Debes saber que si por causa de fuerza mayor no puedes seguir, en ella obtendrás las mismas prerrogativas que en la catedral de Santiago. Enhorabuena. Has conseguido llegar a la «pequeña Compostela».

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