«Del 2017 al 2018 la demanda de tratamiento subió un 30 %, este año un 20 % más»

Barbanza es otra comarca gallega que también enterró a su propia generación perdida. Aún hoy son visibles las secuelas de aquella época. Ya entre el 2015 y el 2017 se vivió una oleada de robos en Ribeira, Boiro y A Pobra. Guardia Civil y Policía Nacional constataron que los autores eran siempre jóvenes, menores de 30 años, que consumían heroína inhalándola. De forma paralela iban cayendo puntos de venta en los que se despachaba coca y caballo a partes iguales. Los consumidores identificados, en muchos casos, seguían siendo veinteañeros. Incluso en Aguiño (2.934 habitantes), durante un registro de la Policía Nacional, se encontraron 300 papelinas de esta droga listas para despachar en 24 horas. Entonces, y pese a las evidencias, Jesús Cartelle, director de la Unidade de Asistencia de Drogodependencias en Ribeira, admitía y entendía las evidencias, pero no hablaba de repunte al no tener mayor demanda asistencial en la unidad que dirige desde hace 25 años. «Hoy sí, tal y como estaba previsto ha aumentado el consumo de heroína. De tres años hasta ahora notamos una mayor incidencia de inicios y reinicios de tratamiento. Por ejemplo, el aumento del 2017 al 2018 roza el 30 %, y este año estamos sobre un 20 % de incremento sobre el 2018».

Cartelle, además de referencia nacional en estos tratamientos, participó en la redacción del Plan Nacional sobre Drogas de Portugal. El nuevo escenario le resulta de sobra conocido. Atrás quedan demasiados amigos, pacientes, o ambos casos, fallecidos. Por eso, sabe que la heroína siempre llega reptando y silenciosa. De ahí su conclusión: «Es normal que ese repunte en el narcotráfico en Galicia tarde varios años en causar adicciones, además de que los consumidores también necesitan su tiempo para admitir el problema y dar el paso de pedir ayuda».

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