Blue Star: Riesgo de vertido, no de marea negra

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El quimiquero Blue Star sigue embarrancado en Ares
El quimiquero Blue Star sigue embarrancado en Ares CESAR TOIMIL

Galicia sigue aumentando su récord sin sufrir un gran accidente con petrolero: 17 años

01 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Poniéndose en lo peor, esto es, que las 105 toneladas de combustible destinado a la propulsión del Blue Star se derramaran en la ría de Ares, Galicia no estaría ante una marea negra, sino ante un vertido. Grave, en cualquier caso, pero nada comparable a la última marea negra sufrida en Galicia con el Prestige, que vertió más de 63.000 toneladas de las 77.000 que transportaba. La comunidad más castigada históricamente por accidentes de buques con mercancías peligrosas lleva ya 17 años sin sufrir una marea negra, el período más largo de la historia desde que existe el transporte marítimo de hidrocarburos.

Aunque haya nostálgicos del accidente que marcó la gestión de la seguridad marítima en Galicia, en España y en el mundo, la clave de lo que sucede en Ares es muy simple: no es un petrolero, es un quimiquero vacío y con una carga de combustible de propulsión relativamente limitada. Y otra cosa más: por mucho que los deseos difuminen la realidad, siempre habrá accidentes. En el mar, también. Ya habrá ocasiones para alarmarse de verdad, sin quitar hierro a los problemas que pueden tener los buques en un fondeadero natural como el de la ría de Ares, adonde llegan muchos buques-tanque que incluso se aprovisionan de combustible barco a barco, una operación conocida como búnkering. Si hubiera sido un petrolero o un quimiquero con carga, la alarma estaría plenamente justificada.

El único incidente después del Prestige con un buque con mercancías que entrañaban cierto riesgo fue el del Ostedjik en el 2006, con una carga de abono químico que entró en combustión. En este caso, el Gobierno de Zapatero ensayó una operación de refugio en la ría de Viveiro para demostrar que su forma de gestionar los accidentes marítimos no consistía en alejar el problema, sino acercarlo para solucionarlo con garantías. El alejamiento del Prestige fue criticado en distintos ambientes marítimos, pero también surgieron defensores (como el prestigioso Cedre, un organismo francés especializado en vertidos), que aseguraban que fue un método positivo para recoger una mayor cantidad de fuel en el mar, antes de que llegara a la costa.

Es probable que en el remoto caso de que se derrame todo el combustible de los tanques, las 105 toneladas que transporta el buque, puedan ser controladas in situ mediante barreras anticontaminación, que puede transportar el remolcador Don Inda, uno de los buques polivalentes públicos que se construyeron tras el desastre del Prestige, precisamente para no depender de las a menudo opacas negociaciones entre los armadores y las empresas de salvamento. Este buque tiene la posibilidad de absorber un vertido localizado, especialmente si se trata de fuel más o menos pesado. Muy cerca, en Fene, hay una base logística de material anticontaminación que puede movilizarse con rapidez.

En cualquier caso, el vertido sería muy localizado, y al no estar en movimiento el buque, no se produciría el efecto difusor que tuvo el Prestige. Ni siquiera sería necesario que entraran en juego organismos compensatorios como el Fidac, pues el seguro del buque podría correr con los gastos de limpieza. El propio Cedre francés pone el umbral de la marea negra en un vertido que supere las mil toneladas y el Blue Star está muy lejos de eso.

Otro factor para la tranquilidad es contar con uno de los mejores servicios de salvamento del mundo, que consolidó su carácter público precisamente después de la marea negra del 2002. Habrá que aprender de este accidente, como de todos, y establecer un protocolo en los fondeaderos para poder reaccionar cuando un buque se queda sin propulsión o pierde el agarre de las anclas.