Familiares de César Adrio rompen su coartada para la hora de la muerte de Ana Enjamio

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

El acusado, junto a su abogado, en una sesión del juicio que se celebra en Vigo
El acusado, junto a su abogado, en una sesión del juicio que se celebra en Vigo M.MORALEJO

El sospechoso alega que estaba en casa y las cámaras revelan que tuvo 10 minutos de ventaja para adelantar a la víctima

12 dic 2019 . Actualizado a las 10:47 h.

Las declaraciones en la tercera jornada del juicio realizadas por los compañeros de la cena y del grupo de Homicidios que investigó el asesinato de Ana Enjamio el 17 de diciembre del 2016 revelan que el único sospechoso del crimen, su colega y examante César Adrio, solo habría contado con diez minutos de ventaja para llegar antes que ella al portal de la víctima y sorprenderla. Murió de 32 cuchilladas, 6 de ellas en el corazón. Sospecharon de Adrio porque, según declararon ayer varios testigos, vivía obsesionado con la joven.

La ingeniera Ana Enjamio, natural de Boqueixón y de 25 años, había dejado en agosto su relación «tormentosa» con Adrio y retomado su noviazgo con Samuel. Según testigos, el sospechoso la acosaba para que volviese con él. En la tarde del día 16, Ana se hizo la manicura para ir a la cena, a la que también acudiría César. A partir de esa hora, todos los datos del teléfono de la víctima han quedado borrados.

César dijo en el juicio que la noche de la cena, aparcó su coche, un Renault Mégane cupé, cerca de unos grandes almacenes, a 800 metros cuesta arriba del hotel de Vigo donde se celebraba la cena. Según testigos, ella se puso el vestido que él le regaló. Durante el evento, los vieron «hablar juntos normal» y sentados. Otras amigas dicen que ella les contó que César la encerró en el baño y forcejearon. Él estaba nervioso. Según un amigo, tiró un vaso y riñó a otros clientes que se colaron en el baile.

Al terminar la cena, César, que había quedado para ir a un pub con unos amigos, pero no fue, se excusó porque se quedó sin datos en el móvil. Prefirió acompañar a pie a Ana y a dos compañeras hasta el párking de Policarpo Sanz, cerca del hotel de la cena, pues ellas se retiraban a casa. Él se marchó «corriendo» y los demás entraron a las 4.58 horas a coger el coche, según las cámaras, y salieron a las 5.08.

Durante el trayecto, una compañera temió que Adrio fuese a acosar a Ana al portal pero se quedó dormida. Enjamio y un mozo de almacén se apearon en la avenida de Madrid. Unos contenedores tapaban la entrada. Cada uno se fue a su piso. La joven iba chateando con su novio Samuel al entrar en el portal cuando se cortó la comunicación a las 5.15 horas. A las 5.20, un vecino oyó gritos de mujer que decían «mamá, mamá». Y a las 5.28 alguien bloqueó a Samuel en el WhatsApp de Ana. La policía supuso que el asesino huyó en coche. Una cámara de una gasolinera de la avenida de Madrid captó a las 5.30 horas el paso de un turismo. El jefe de Homicidios repasó muchos modelos y, en su opinión, es un Mégane cupé con ruedas de cinco brazos. Era similar al de Adrio.

A las 5.48 horas, Samuel recibió un mensaje de que el teléfono de Ana volvía a estar disponible. Llamó, pero nadie contestó. La policía localizó la señal en una antena de la avenida de Madrid, en la misma dirección del coche.

Nunca aparecieron ni la ropa ensangrentada del asesino ni el móvil de Ana. En la comisaría, César dijo que se fue a dormir a casa de sus padres sobre las 5.30 horas. Pero su padre tumbó su coartada al decir a los agentes que su hijo llegó a las 7 horas, se duchó y se marchó. Fue a Vilagarcía a ver a sus dos hijos, lo que alarmó a su exmujer.

Cuando César fue a la comisaría se topó con una amiga, que le habló del asesinato de Ana. César respondió: «¡Qué movidón!». Lo vieron «frío» y se lavó cinco veces las manos. En el interrogatorio policial fue «colaborativo» hasta que trajeron su coche para registrarlo. Lo arrestaron al día siguiente tras intentar suicidarse en la bañera. Dejó una nota donde pedía perdón a Ana. «Era el indicio que faltaba, es prueba suficiente. Tomó consciencia de la verdadera magnitud de lo que había realizado», dijo el jefe de Homicidios.

La policía sospechó al ver que él no se sorprendió al decirle que Ana había muerto

La defensa intentó probar que la policía se dejó en el tintero otras líneas de investigación, como Samuel, el cual apareció al poco en la escena del crimen. Pero quedó descartado porque no tenía manchas de sangre y sus amigos pasaron toda la noche con él. También sugirió que el asesino podía haber sido un abusador sexual que actuaba en la avenida de Madrid, pero lo descartan porque es otro estilo de criminal.

La policía sospechó de Adrio por su «falsa sorpresa» en comisaría al tener noticia del crimen. «Al nombrar que Ana había muerto, no vimos ninguna reacción. Estaba frío, sintomático, no le sorprendía nada», señala. Al examinar los datos de sus tres móviles, hallaron enlazado el correo personal de Ana y aplicaciones para espiar que borró.

Distintos testigos se dividieron ayer a favor de Ana o de Adrio. y su relación «rara». La Fiscalía avisó al jurado de que no juzguen la «moralidad» de una joven. Algunos testigos contaron que la relación era «intermitente» y seguían tomando café juntos. Un bando detestaba a Ana por «altiva y superguapa» y porque César, de 38 años, rompió su matrimonio con hijos por un amor «asimétrico». Otro bando apoyó a Ana, tras contarles el «acoso». Algunos le aconsejaron a él que se «olvidase» de la joven porque lo veían «obsesionado». Le recomendaron que conociese a otras chicas en webs de citas. Unos familiares de él contaron a la policía que «tenía depresión desde hacía seis meses por una chica».

La madre y el hermano de Ana Enjamio declararon ayer que ella nunca les habló de César, «salvo como un compañero más». En agosto, tras la ruptura con el acusado, la notaron «nerviosa y arisca». Luego, volvió con Samuel.