El crecimiento de las ciudades gallegas en el último siglo en gráficos interactivos

manuel varela / laura placer REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La fecha de construcción de cada edificio registrada en el Catastro permite situar en el mapa hacia dónde se han expandido las urbes hasta la actualidad

30 jul 2021 . Actualizado a las 16:01 h.

Hace setenta años, alrededor de las losetas de granito que vertebran el casco histórico de Santiago apenas había un puñado de casas. Lo mismo fuera de la muralla de Lugo o al norte del ensanche modernista del barrio ferrolano de A Magdalena. La información contenida en el Catastro permite observar el crecimiento de las siete grandes ciudades gallegas a partir de la fecha de construcción de cada edificio, dibujando unos mapas que reflejan con detalle la expansión urbanística de cada una. La Voz analiza los más de 143.000 inmuebles registrados en todas ellas, desde parcelas anotadas en el siglo IX a bloques de urbanizaciones levantados este mismo año.

Entre los más antiguos está la propia Catedral de Santiago, fechada en el Catastro en el año 1.000 y con una superficie de 36.406 metros cuadrados. En el extremo opuesto aparece un edificio residencial que acaba de ser terminado frente a la Alameda de Ourense, el primero en emplear tecnologías de eficiencia energética en la ciudad. A pesar del crecimiento de ambas urbes durante el siglo XX, existen más de 5.700 edificaciones anotadas en el Catastro antes de 1950, casi el 30 % del total. Pero es a partir de esa década, especialmente con el desarrollismo que arranca en los sesenta, cuando las ciudades inician una expansión sin precedentes.

Nuevos barrios

«Entre los cincuenta y setenta hubo un cambio en la economía, con menor dependencia de la agricultura, que supuso una migración masiva del campo a la ciudad», explica Elena Ampudia, decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia. En todas las ciudades empiezan a levantarse barrios que comparten un perfil común: calles estrechas, edificios de varias alturas y gran densidad de población.

«Ese éxodo rural é o principal fenómeno que o explica. É tan numeroso e concentrado que fai demandar necesidade de construír moito en pouco tempo e pouco espazo», apunta la socióloga Antía Pérez Caramés, experta en demografía y profesora en la Universidade da Coruña. En esta ciudad nacen los barrios del Agra do Orzán, el barrio con más vecinos por kilómetro cuadrado de Galicia, Os Mallos o Monte Alto. En Lugo se crea A Milagrosa y, en Santiago, se van asentando los primeros bloques del Ensanche.

Añade Pérez que esa urgencia por dar cabida a los nuevos residentes llegados de zonas rurales supone construcciones con materiales de bajo coste que «incide na calidade de vida». Para Ampudia, los pisos «respondían a los requisitos mínimos de la época», si bien había otras construcciones en ese momento de «mayor calidad». «De ahí la necesidad de actualizar hoy esas viviendas, desde el punto de vista energético o por mantenimiento», añade la decana de los arquitectos gallegos.

Industria en la periferia

El desarrollismo introduce también nuevos polos industriales alrededor de las ciudades. En A Coruña se sitúan la refinería y la planta de Aluminio de Galicia, actual Alu Ibérica; Vigo recibe la fábrica de Citroën —actual Stellantis Vigo—; a Pontevedra llega Ence; y, a Santiago, la planta de Finsa. Además, Coren inaugura en Ourense sus primeras naves en el polígono de San Cibrao, que había puesto en marcha la caja de ahorros provincial en 1965.

En los setenta se mantiene esa expansión industrial, con los polígonos de A Grela y Pocomaco, en A Coruña, O Ceao en Lugo y O Tambre en Santiago. También residencial, con el Ensanche y el Campus Sur en Compostela o Elviña en A Coruña. Vigo extiende sus casco urbano hacia Samil, levantando edificios en la zona de Balaídos, Coia y por todo el litoral hasta Coruxo. En Ferrol se desarrollaron nuevos ensanches, como los de Ultramar y Caranza, y en Ourense, los de A Carballeira y Camelias. También en Pontevedra, donde en los setenta se inician las urbanizaciones de Campolongo y Monte Porreiro, que tuvieron continuidad en los ochenta, la década con mayor actividad urbanística en la ciudad.

En los años noventa hay un nuevo bum inmobiliario, aunque muy diferente al vivido cuarenta años atrás con la llegada masiva de gallegos procedentes del campo. «Muchas son segundas viviendas, y están relacionadas con el estatus del país, la bonanza económica que estábamos viviendo en ese momento», argumenta Elena Ampudia.

«A dinámica de medrar na urbe creba coa crise do ladrillo»

En A Coruña surgen hasta cuatro barrios nuevos en los últimos veinte años: Os Rosais, Matogrande, Xuxán y Novo Mesoiro y Vigo continúa el desarrollo de Navia. «Hai un perfil de xente máis nova que busca primeira residencia, non por migración ou asentamento urbano como nos sesenta. É xente que estaba aquí xa, pero que busca un prezo máis baixo sen ir ao mercado da rehabilitación», subraya Antía Pérez.

Esto, continúa la socióloga, fomentó un «modelo especulativo» de continuar creando nuevas construcciones sin mantener las ya existentes. «Esas dinámicas de medrar dentro da propia cidade entraron en creba coas crises vinculadas ao ladrillo», resume. Además, la edificación de estas nuevas urbanizaciones fue aparejada, desde finales de los ochenta, con el crecimiento de las áreas metropolitanas, lo que contribuyó a que la evolución demográfica en las grandes ciudades se viese estancada.

«Las áreas de expansión pasaron a situarse alrededor de los concellos, con grandes urbanizaciones en el entorno de las ciudades», añade Ampudia. El fenómeno, en los últimos años, coincide con la rehabilitación de antiguas viviendas. «En determinadas zonas, como en Monte Alto (A Coruña), hai certa xentrificación dentro do barrio. Estanse a facer intervencións nos edificios que melloran moito a construcción orixinal», apunta la socióloga.

Ferrol y Vigo, las más antiguas

En las siete ciudades hay más de 143.000 edificios registrados en el Catastro. La mayoría son de uso residencial, en total existen 121.259. Le siguen los destinados a la industria, con unos 10.500, y construcciones relacionadas con la agricultura, con 6.101. Otras 2.648 están habilitados como servicios públicos, 1.807 al comercio minorista y 629 como oficinas. Como promedio, las construcciones superan los 800 metros cuadrados en las siete ciudades. El mayor tamaño en A Coruña, con 882,7, y el menor en Ourense, con 720.

El período desarrollista entre finales de los años cincuenta y la década de los setenta supone que la mayoría de edificios registrados estén construidos en esa época. De media, las viviendas gallegas fueron levantadas en 1962, hace casi sesenta años. Pontevedra cuenta con las más modernas, superando ese promedio en cinco años. Le siguen Santiago (1966), Lugo (1962) y Ourense y A Coruña, ambas de 1961. Las dos más antiguas son Ferrol y Vigo, con fecha de construcción media en 1956.

Ochenta con más de 200 años

Dividiendo por épocas, según el año de anotación del edificio en el Catastro, antes del siglo XIX hay 83 registros. La mayoría son palacios de uso público o edificios religiosos, además de parcelas rústicas. Del siglo XIX se mantienen aún 15.151 construcciones, algo más de 6.000 fechadas en 1880, si bien el Catastro tiende a redondear fechas cuando se desconoce el año. Así, el segundo año con mayor número de registros es 1900, con 7.198.

Siguen en pie 20.377 inmuebles construidos en la primera mitad del siglo XX. Desde 1951 resisten en el Catastro 82.486 edificaciones, más de 30.600 erigidos entre 1971 y 1990. A partir de 1991 existen 27.209.

Metodología

El análisis e ilustraciones de este análisis se ha elaborado a partir del complemento de Qgis Spanish Inspire Catastral, extrayendo las bases de datos para cada una de las siete grandes ciudades gallegas