«Necesito que mi ex entre en la cárcel ya, antes de que suceda algo grave»

Leticia Castro O GROVE / LA VOZ

GALICIA

Eva Afonso
Eva Afonso MONICA IRAGO

Eva Afonso denuncia que su exmarido, que le disparó dos tiros en el 2018, está libre y se salta la orden de alejamiento

28 oct 2022 . Actualizado a las 20:57 h.

Cuando vivir con el miedo en el cuerpo se convierte en lo normal significa que algo no está funcionando como debería. Lo saben bien las mujeres maltratadas que denuncian a sus agresores, y a quienes muchas veces la lentitud de los procesos judiciales les condena a vivir desprotegidas. Eva Afonso es un buen ejemplo. Su exmarido intentó quitarle la vida en diciembre del 2018, tras presentarse en su casa de O Grove, amenazarla con un cuchillo y pegarle dos tiros. Y a pesar del intento de asesinato, él sigue libre a la espera de juicio. Además, se salta reiteradamente la orden de alejamiento sin que haya consecuencia alguna. Eva está desesperada, pues teme que pueda volver para terminar lo que empezó aquel día.

«Ha quebrantado la orden cientos de veces. Cada vez que lo hace y a mí me suena el dispositivo es una tortura», explica. El aparato al que vive atada le alerta a veces de que su maltratador está ilocalizable, bien sea porque no lo lleva encima o porque simplemente lo tiene apagado. «Ha llegado a estar tres horas desaparecido, imagínate mi intranquilidad, podría haberse presentado aquí si hubiese querido», relata. Al parecer, el agresor se ha llegado a desplazar incluso hasta la provincia de Pontevedra, donde teóricamente no puede entrar, ya que él vive en Ourense. Es algo que indigna sobremanera a Eva, quien opina que debería haber sido detenido al primer incumplimiento.

Eva asegura que no puede llevar una vida normal, porque «mientras él hace lo que quiere», ella sufre continuos ataques de ansiedad: «No me siento segura, llego al portal y reviso cada esquina, y lo mismo en casa. Estoy reviviendo de nuevo la pesadilla y no me parece justo», explica. Así que quiere que la escuchen. Jueces, políticos o quien tenga la capacidad de hacer algo.

Tras todos los quebrantamientos, ya cansada, Eva tuvo que denunciar la situación, porque se siente impotente, y ambos fueron citados a declarar. Ocurrió hace un mes y él no apareció: «Y sigue haciendo su vida como si tal cosa», lamenta ella, que no comprende lo que está sucediendo. «Necesito que entre en la cárcel ya, antes de que suceda algo grave», repite.

El agresor estuvo cerca de dos años en prisión preventiva, pero fue puesto en libertad por considerar que no existía riesgo de fuga, recuerda Eva. Pero de esta forma, argumenta la mujer, a quien condenan es, una vez más, a la propia víctima. Su relato es estremecedor; el de alguien a quien se le acelera el corazón cuando abre el portal de su casa, alguien que no puede llevar una vida normal porque la celeridad de la justicia no es la adecuada. Así que a la traumática experiencia que ha padecido se suma ahora una verdadera tortura psicológica.

Aquel fatídico día

El 5 de diciembre del 2018 quedará para siempre grabado en la retina de Eva Afonso. Ese fue el día en que su exmarido se presentó por sorpresa en su casa y le disparó dos tiros, que por fortuna no le causaron graves problemas físicos, aunque le dejaron enormes secuelas psicológicas. Sobre su agresor pesaba una orden de alejamiento por malos tratos que la Justicia le había impuesto cinco meses antes, cuando ambos vivían todavía bajo el mismo techo y ella lo denunció por primera vez. Tras la orden de alejamiento, es una incógnita cómo logró colarse en su casa. Lo cierto es que la mujer llegó del trabajo y fue directamente a su habitación a descansar: «Hasta que alguien me despertó con un cuchillo en la mano, vi que era él, me dijo que de allí no saldríamos con vida y luego bajó todas las persianas y cerró las puertas», recuerda con angustia. Ella intentó tranquilizarlo, pero fue inútil. Minutos más tarde, sintió un golpe en la cabeza y vio que la amenazaba con una pistola. Tras un pequeño forcejeo, él consiguió dispararle hasta en dos ocasiones. Una de las balas le atravesó un pómulo, la otra quedó alojada en su cuello. Acto seguido, el hombre se pegó un tiro que solo lo hirió. Encerrada en la vivienda, Eva tuvo que pedir auxilio por la ventana y la fortuna quiso que siga viva para contarlo.