Dos mil mayores vivirán ya este año en residencias gallegas con asistencia digital

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Esperanza Silva, enfermera de la residencia de A Estrada, con un monitor del sistema piloto.
Esperanza Silva, enfermera de la residencia de A Estrada, con un monitor del sistema piloto. miguel souto

El sistema ensayado en A Estrada se anticipa a caídas y ayuda a detectar dolencias a través de tecnología como sensores de movimiento, alertas personalizadas o geolocalizadores

01 mar 2023 . Actualizado a las 14:04 h.

La residencia de A Estrada ha sido desde octubre del 2021 un laboratorio viviente para la aplicación de nuevas tecnologías al cuidado de los mayores. El centro fue elegido por la Xunta para estrenar y perfeccionar una serie de dispositivos y sistemas que este año se implantarán en otras 18 residencias de mayores y tres de discapacitados que suman más de 2.600 camas en 1.600 habitaciones. Son todos los centros públicos de Galicia dependientes de la Consellería de Política Social.

El elemento más llamativo del sistema son las habitaciones inteligentes. En los 40 alojamientos de A Estrada, cuidados, aunque ya conocen unas cuantas décadas, se han instalado sensores de apertura de puertas y ventanas, de presencia —mediante detección de movimiento— y ambientales. Ninguno de los dispositivos graba imágenes ni vídeo, con el fin de preservar la intimidad de los usuarios, y sus usos son diferentes. Los ambientales son claves para el confort de los inquilinos. Los de presencia son útiles para detectar, incluso de noche, caídas en la habitación o en el baño. Los de las puertas avisan de salidas imprevistas o de cuántas veces se usa el baño, lo que puede prevenir problemas de salud.

Junto a la entrada y al lado de la cama se instalarán dispositivos que conectan con el personal. Los usuarios podrán avisar cuando les suceda algo, y los asistentes, llamarlos si los sensores indican una caída u otro problema.

El sistema es flexible, explica José Javier Ventosa, subdirector xeral de Atención Sociosanitaria e Innovación Asistencial. Hay mayores que necesitan ir más veces al baño o pasan allí más tiempo que otros, por lo que todas las alertas se podrán personalizar. También hay sensores en los pasillos, de forma que el personal puede saber hacia dónde se dirige un usuario que pueda salir de su habitación desorientado de noche, lo que evitará accidentes.

En la enfermería se ha instalado un monitor portátil inalámbrico que mide las principales constantes vitales. Los datos se almacenan en archivos personales que más adelante se compartirán en tiempo real con el Sergas. Esos perfiles, dice el subdirector, permitirán un seguimiento más estrecho de la salud de los mayores y mejorarán la prevención.

Esperanza Silva, enfermera de la residencia, señala que ahora tienen mucha más información que manejar, pero coincide con Javier Ventosa en que el seguimiento es mucho más estrecho.

El ensayo en la residencia, añade, ha servido para hacer mejoras. Se confirmó la necesidad de contar con comunicadores en la cama, ya que algunos usuarios tenían dificultad para escuchar al personal desde un comunicador más lejano. Otra mejora partió de los propios inquilinos, que pidieron dispositivos individuales que pudiesen llevar encima para llamar al personal.

La directora de la residencia, Patricia Varela, pone esa propuesta como ejemplo de la aceptación que la novedad ha tenido entre los usuarios. La informatización no se limita a la seguridad y la salud, también incluye el ocio y elementos como un llamativo panel en la entrada de la residencia, en el que se anuncian desde actividades hasta el menú del día.

El contrato para implantar la asistencia electrónica asciende a 3,2 millones de euros y prevé que todos los servicios estén listos en diciembre de este año. Las condiciones técnicas especifican que el sistema deberá distinguir entre los usuarios de una misma habitación. También deberá ofrecer la posibilidad de «canalizar los avisos de llamada» tanto a terminales fijos como a móviles, lo que permitirá a los trabajadores atender las alertas con más rapidez. Desde cada puesto, el personal también tendrá acceso a la información en tiempo real que obtenga el sistema. Todos los datos se almacenarán en una plataforma de la Xunta, lo que a largo plazo permitirá investigar mejoras en la atención a los mayores.

Los nuevos sistemas desde dentro

En el espacio sociocultural de la residencia de A Estrada, un hombre se afana en arrastrar la imagen de unas frutas hasta la palabra «naranjas» que aparece en la pantalla táctil. El juego clásico de hacer parejas y otros entretenimientos similares con cierto valor terapéutico arrasan en su versión digital en las residencias de mayores. Cuenta José Javier Ventosa que en algunos centros hasta hay que establecer turnos.

El programa de la Xunta incluye el uso de tabletas con perfiles personalizados para cada usuario, de forma que se garantice la privacidad. Esos perfiles guardarán los contactos de sus allegados, con quienes podrán comunicarse mediante videollamadas e intercambiar fotos y vídeos. Otra utilidad del sistema es la distribución de actividades y servicios terapéuticos individualizados.

Está previsto además emplear pantallas de televisión, lo que facilitará que los usuarios encamados accedan a ese servicio y, al contar con pantalla grande y altavoces, ayudarán a superar problemas auditivos o de visión.

A todos esos mecanismos se sumarán en el futuro dispositivos de geolocalización. Esos aparatos se entregarán a los mayores con más riesgo de desorientarse, los llamados errantes.

En casos más leves también los podrán utilizar los usuarios que participen en excursiones o que salgan de la residencia de forma regular. El sistema permite incluso acotar zonas de paseo sobre un mapa, de forma que el inquilino de la residencia pueda ir al banco, al médico o a hacer cualquier recado y luego a tomar un café, pero se active una señal de aviso si deja un área determinada, lo que indicaría que se ha perdido. Cabe recordar que el 112 recibe cada año cerca de un millar de llamadas por desapariciones. De esa cantidad, más de 660, casi dos cada día, son por personas mayores o que tienen alguna discapacidad.