Javier González, superviviente del atropello en Vilaboa: «Xa non xogamos máis con eles»

López Penide / Cristina Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

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Golpeado física y sobre todo emocionalmente, este compañero de mesa de los fallecidos recuerda lo sucedido: «Cando me enterei xa estaba o coche encima». Las víctimas: Luis Ríos y Antonio Del Río, dos amigos jubilados

18 mar 2023 . Actualizado a las 21:57 h.

Horas después del accidente que costó la vida a dos de sus compañeros de partida, Javier González Filgueira, superviviente del atropello de Vilaboa, recuerda lo ocurrido. Estaban los cuatro sentados en torno a una mesa del bar O Chancho, separados del exterior por una lona, cuando el coche interrumpió su juego. «Cando me enterei xa estaba o coche encima e xa estabamos todos tirados polo chan, que eu non vin nada», dice. Él y otro de los hombres sentados en la mesa, Emilio, recibieron golpes, pero el peor golpe, dicen, fue la muerte de sus dos compañeros, Luis y Antonio.  

Con ellos jugaban casi a diario la partida en ese mismo escenario: «Xogabamos case todos os días. Ao mellor non sempre os mesmos, pero xogabamos partidas de dominó porque nos encantaba xogar ao dominó. Todos os días había partida», dice sin poder contener la emoción. «Xa non xogamos máis con eles», lamenta con lágrimas en los ojos.  

El conductor del coche, cuenta Javier, acudía con frecuencia al bar donde se produjo el atropello. «Eu non o coñecía moito, pero viña por aquí cunha veciña nosa. Parecía unha persoa seria». Parece ser, dice, que el conductor quería dar marcha atrás, pero «debeu arrancar en primeira e como estaba pegado o morro a nós, xa nos colleu».

Antonio, una de las víctimas, se levantó tras el accidente, e incluso habló con Javier: «Dixo: ''Mira que me apretou''». Pero «dalí a un pouquiño xa empezou a porse moi branco», recuerda este superviviente al que evocar ese momento hace que le tiemblen las manos cuando intenta remover su café. 

En su caso, el impacto del coche lo envió hacia el antepecho de una ventana que había detrás de su asiento. Por eso se lastimó un poco la espalda y el muslo, «pero non é nada», explica.

Emilio Rodríguez es otro de los supervivientes del accidente. Apenas tiene secuelas físicas, dice. Solo un dolor en la pierna que soporta con medicación. Pero el verdadero dolor es otro. «Eramos amigos de moitos anos. A Luis recórdoo desde que tiña 25 anos, coincidiamos moitas veces nas obras», recuerda este electricista jubilado. «É moi triste», concluye. 

Ambos, Emilio y Javier, estaban sentados frente a frente, a un lado de la mesa. Al otro lado, también uno frente al otro, estaban Luis y Antonio. A ellos el coche los pilló de lleno y se llevaron la peor parte. Los dos perdieron la vida en esa partida de dominó interrumpida. 

Luis Ríos y Antonio Del Río, las dos víctimas mortales del atropello

Luis Ríos Calvar se dejó la vida a poco más de un kilómetro de su casa en el barrio de O Muíño, en la parroquia de Santa Cristina de Cobres. Era un marinero jubilado que durante años había compaginado el trabajo en el mar con el de albañil. Personas que lo conocían y que todavía están en shock por lo ocurrido dicen que en su época el marisqueo era un oficio de temporada, de octubre a febrero y que había que completarlo con otros ingresos.

Ahora disfrutaba de la jubilación. «Era unha persona respectuosa con moito amor polo oficio. Cando estaba en activo sempre collía as ameixas máis grandes», recuerda una vecina. Luis también era «moi bo veciño». Estaba casado y tenía dos hijos. Cuentan residentes en Santa Cristina que en la aldea todavía quedan vestigios de la vida de antes y que hay muchos lazos de vecindad y comunidad. «Se non é pola traída de augas é pola comisión de festas e Luis era un deses bos veciños». Luis, de Estrella, como lo conocían, era un gran jugador de dominó. Dejó el Bar Hipólito, donde compartió muchas partidas, por O Chancho. «Era un home callado, de pocas palabras, que no se metía con nadie», recuerda un amigo, que destaca que, aunque tenía 79 años, se le echaban menos porque estaba delgado.

Antonio del Río también era vecino de Santa Cristina de Cobres, pero del lugar de A Rúa. Casi todos en esta parroquia de Vilaboa tienen relación con el mar. Antonio tenía una sobrina mariscadora, aunque él se dedicó al sector del transporte, con una pequeña empresa de camiones. No llevaba demasiado tiempo jubilado. También casado y con hijos, hablan de él como una persona sencilla «e moi traballadora». Al igual que Luis, Antonio también era un buen jugador de dominó, pero a diferencia de su compañero, «berraba moito». Su cuerpo será velado en el tanatorio San Marcos de Pontevedra.