Nutriscore: ¿por qué es tan polémico el semáforo de los alimentos?

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Consumo defendía a principios de año la implantación inminente de este sistema de etiquetado de alimentos; pero ahora el ministerio de Garzón alerta de que no tiene fecha de inicio. Con la mayoría de expertos en contra, analizamos qué sistemas usan en otros países

16 sep 2021 . Actualizado a las 17:50 h.

Las dietas atlántica y mediterránea son un tesoro transversal que consigue poner de acuerdo a prácticamente todos los españoles a la hora de sacar las garras. Quedó patente en el 2019, cuando el Ayuntamiento de Londres se vio obligado a retirar la prohibición de publicitar aceite de oliva en las estaciones de metro de la ciudad como parte de una campaña para reducir la obesidad infantil. El ambiente olía a crisis diplomática, sobre todo cuando llegó a nuestro país que los británicos ponían este oro líquido a la altura del concentrado de pollo. La última contienda que tuvo el aceite de oliva como gran protagonista llegó de la mano de Nutriscore.

Cuando ya un buen número de especialistas se habían posicionado en contra de este sistema de etiquetado de alimentos por tratarse de un método que, al partir de un algoritmo, deja conclusiones simplistas y confusas, parió la abuela. Los productores de aceite comenzaron una cruzada al descubrir que el nuevo etiquetado, que funciona como un semáforo, daba al aceite de oliva una D —en una escala en la que A es un producto recomendable y, la E, uno poco o nada saludable—. Saltó la liebre con más fuerza tras premiar este método con una A a la Cocacola Cero por el hecho de no llevar azúcares.

El caso es que el Ministerio de Consumo se vio obligado a sacar determinados alimentos de las dietas mediterránea y atlántica de este sistema para, precisamente, no perjudicar productos que son buenos para la salud. Pero el daño estaba hecho. ¿Puede implantarse en España un sistema que penaliza el aceite de oliva, el jamón o el queso por su contenido en grasas?

El que comenzó siendo un proyecto al que la industria alimentaria podía adscribirse de forma voluntaria, ha pasado por varias fases. Si en el 2020 el gabinete de Alberto Garzón hablaba de que pronto comenzaría a tener carácter obligatorio, llegó el 2021 y esta idea se pospuso hasta finales de año. Ahora, fuentes de este ministerio revelan a La Voz que «por el momento no consta una fecha para el inicio de aplicación de la tramitación de este proyecto».

Combatir la obesidad

Con varios sectores en contra y su puesta en marcha en modo avión, surge la pregunta de si este es el método más idóneo para luchar contra la obesidad en España —el 58 % de los adultos pesa más de lo que resulta saludable— y enseñar a comer a niños y mayores, una asignatura siempre pendiente. Si bien Nutriscore funciona en países como Francia —donde nació—, Alemania, Bélgica y Suiza, la mayoría de nutricionistas ponen el ojo en otras conductas y métodos para mejorar la alimentación general de la sociedad. Y las expertas consultadas para elaborar este reportaje dejan clara una cosa: para avanzar todos deben arrimar el hombro; las grandes corporaciones, las instituciones públicas y el consumidor.

Emma Enríquez Merayo, profesional de Nutriciona (A Coruña), indica que aunque al principio un sistema de etiquetado como el de Nutriscore le parecía «fantástico», ha comprobado que «hecha la ley, hecha la trampa». Se explica: «Lo veo con muchas marcas de cereales que modifican el contenido de sus ingredientes para pasar el algoritmo de Nutriscore pero, por ejemplo, no han reducido la cantidad de azúcar y no pasa nada. Por otro lado, estas mismas marcas usan técnicas para atraer a los niños como que los dibujos que aparecen en el frontal miren hacia abajo para conseguir contacto visual con el menor; es algo que debería estar controlado y que en otros países, con sistemas de etiquetado creo que más eficaces, además, se regula».

El sistema más eficaz

Menciona esta especialista el sistema de octógonos nutricionales que usan en países como México, Chile y Perú. «Son más sencillos de entender porque son grandes, dejan claro el mensaje con frases como ‘Alto en azúcar' o ‘Alto en sodio' y además son negros, que visualmente alertan más que un semáforo en tonos suaves como el de Nutriscore». En esta misma línea se manifiesta la también nutricionista María Pérez: «En estos países llevan años sacando políticas muy interesantes en relación a la alimentación y están más concienciados con poner el freno a las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad; aquí deberíamos reaccionar de una manera similar», indica.

Pese a la sencillez de este método, en otros puntos del globo se opta por modelos complejos que, de hecho, algunas de estas nutricionistas ni logran comprender bien. María González, miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Galicia, explica que, por ejemplo, el sistema que utilizan en los países nórdicos «ni yo misma lo veo claro o no lo acabo de entender». Habla esta experta de la keyhole, que no es otra cosa que una etiqueta con la imagen de una cerradura que indica que ese producto contiene menos azúcar y sal, más fibra, frutas y vegetales que sus homólogos.

El que sí valora positivamente es el semáforo que usan en el Reino Unido. «Pese a ser similar a Nutriscore aporta más información y más colores, lo cual puede resultar atractivo visualmente, intuitivo y de fácil interpretación. No obstante, sinceramente, considero que estos sistemas no sirven de nada si no se lleva a cabo una buena educación nutricional desde la base; es decir, desde las escuelas. Además, los productos más saludables son los que normalmente no llevan etiqueta». Se posiciona en una línea parecida Enríquez Merayo, que afirma que en consulta se esfuerza con sus pacientes por enseñarles a leer etiquetas, e incide en que si están libres de ellas mejor. «Hay que huir de envases que ofrecen mucha información en la parte frontal porque suelen ser un método de distracción», apunta la experta.