La «app» que lucha contra el desperdicio alimentario en Galicia: ¿mucho ruido y pocas nueces?

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En la teoría, la idea es brillante: poner en contacto a restaurantes y comercios de alimentación con el consumidor, que puede recoger los excedentes de la jornada por un módico precio. En la práctica, tras poner a prueba la aplicación durante un día, las cosas fueron bien distintas

01 oct 2020 . Actualizado a las 16:23 h.

De las aplicaciones de comida que imperan en Galicia, probablemente Too Good To Go es la que mejor prensa tiene. Es lógico, su planteamiento parte de evitar en la medida de lo posible el desperdicio alimentario, que en la comunidad no es tema menor: cada gallego se deshace de algo más de 62 kilos anuales de comida. Para ello, la plataforma pone en contacto a restaurantes y comercios de alimentación con consumidores que bien pueden estar interesados en este proyecto por responsabilidad o por arañar unos euros. El quid de la cuestión es que los establecimientos que entran a formar parte de la red de Too Good To Go preparan packs sorpresa que distribuyen en distintas franjas horarias con los excedentes que consideran. El usuario elige el local al que va a acudir a recoger la comida, cuyo precio suele oscilar entre los 3 y los 6 euros, y se lo lleva a casa. Esto en la teoría. Pero ¿se puede comer un día entero con este sistema? Lo hemos puesto a prueba en A Coruña con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio Alimentario, que se celebró el martes 29 de septiembre.

Desayuno

El primer error de principiante llega a las 8.30 h. La que esto escribe, dispuesta a recoger el desayuno antes de ir a trabajar, se topa con el primer inconveniente. Panaderías, restaurantes y demás locales, claro, empiezan con las entregas al mediodía, por lo que lo mejor, si uno quiere aprovechar esta app, es recoger uno de los paquetes para tomar por la mañana la noche anterior. O tendrá que conformarse con lo que tenga por casa. 

Comida

Sobre las doce del mediodía, cuando las tripas empiezan a cantar La traviata, es hora de pensar en la comida. Carnicerías, fruterías, ultramarinos, pizzerías y un restaurante vegetariano son las ofertas que localizo de un vistazo. Me quedo con la última opción. En este local, la app muestra un mensaje que alerta de que queda un solo paquete, así que apuro para reservarlo. La entrega se realizará entre las 14.00 y las 14.30 h. Allí me planto a las 14.25 h. En cuanto llego al restaurante, intrigada por descubrir la que será mi comida de ese día, primera sorpresa: una empleada me unta, literalmente (error mío, abajo de todo en la app se indica que lleves tu propia bolsa) con productos en la mano que ya a priori me parecen un poco sospechosos para que vayan a servirme como único sustento hasta la tarde. Toca análisis: por 4,99 euros recibí una especie de chocolatina de coco, un snack de chía, un paquete de embutido vegano (que recordaba bastante al salchichón), un yogur (de coco, otra vez) y un helado. Independientemente del sabor de los productos, parece innegable sorprenderse porque no se trata de un conjunto de alimentos que vayan a servir nutricionalmente como comida principal. Es cierto que al ser un pack sorpresa la dinámica invita a este tipo de contratiempos, pero la decepción estuvo ahí. Ahora bien, es probable que la app tenga poco que ver en este pequeño desastre pues es criterio del restaurante decidir qué entregan al usuario. 

El pack sorpresa de un restaurante vegetariano de A Coruña, por 4,99 euros
El pack sorpresa de un restaurante vegetariano de A Coruña, por 4,99 euros

Cena

Para el tema de la cena (spoiler) la cosa no solo no mejoró, sino que, directamente, fue inexistente. Al salvar un pack, como se denomina a esta reserva en Too Good To Go, se entiende que no hay razones para quedarse sin comida. Pero eso no es del todo cierto en algún establecimiento. Pese a que el cobro no se efectúa hasta que uno recoge su sorpresa, el solo hecho de desplazarte al local y que te digan que tienes que buscarte las habichuelas en otro lado resulta, en sí, una molestia. En este caso mi elección fue un ultramarinos, pensando que malo sería que me dieran lo que me dieran no pudiera inventarme algo en casa. Cuando aparecí en el comercio, una mujer me preguntó si era «la del paquete». Tras responder de manera afirmativa, comentó que no quedaban excedentes que estuvieran en buenas condiciones, que solo podía entregarme «cosas en mal estado o algo ya por un valor superior a 6 euros, y para ser honestos, pues no me merece la pena». Yo había pagado 4,99 euros, que no se me cobraron, por un paquete que tampoco se me entregó. 

Así las cosas, tan solo uno de tres intentos resultó fructífero. No obstante, es posible que la diosa Fortuna no estuviera de mi lado, pues la mayoría de críticas que reciben los restaurantes y locales asociados a esta app, incluidas las de usuarios gallegos, son positivas. La idea parece estar concebida para triunfar, ética mediante. De momento, en la práctica cojea en ciertos aspectos; bien por falta de responsabilidad de algunos propietarios de locales o, simplemente, porque el margen de beneficio es tan pequeño que en algunos locales quizás no miman demasiado su compromiso con los usuarios de esta aplicación.