Paloma Lago: «Mi padre era mi héroe, por él hice mi casa en Ferrol en vez de en La Moraleja»

GENTE

La presentadora y modelo disfruta de esta Semana Santa, «mi hijo y mi nuera son felices cuando vienen aquí»; y destaca que «es un privilegio vivir en esta ciudad que está de moda»
15 abr 2025 . Actualizado a las 12:20 h.Con una bellísima embajadora se ha encontrado Ferrol en los últimos tiempos, cosecha de 1967. La presentadora y modelo Paloma Lago no deja de piropear a su ciudad natal, en todos sus trabajos y en redes sociales. Semejante amor lo aprendió en casa, de su querido padre Quico Pérez-Lago fallecido en enero. Paloma se emociona muchísimo cuando habla de él, mientras vive una de sus Semanas Santas más especiales.
—¿Qué significa la Semana Santa para su familia?
—Una época de mucha unión, fui al colegio de la Compañía de María y en su 135 aniversario volví a ver a su Niña María en un acto muy emotivo. Y estoy muy involucrada con la Cofradía de la Merced. Empecé presentando un té solidario con 300 personas y 90 regalos, y eso pasó a una amistad con gente fabulosa. Esta época me encanta, la ciudad se pone espléndida. El miércoles tendré el privilegio de lanzar pétalos a la Virgen, Nuestra Señora de Los Cautivos que sale en procesión en su día grande. Perdí a mi padre hace poco y la religión me ayuda mucho, gracias a la fe siento su presencia.
—¿Cuál es la mejor enseñanza que le regaló su padre?
—Estos días escuché su música de cuando estaba en Los Zafiros, la felicidad plena. Era muy especial y un ser de luz, mi compañero de planes. Cuando tenía 14 años, montábamos cuatro horas a caballo (él con Gavilán y yo con Misterio) y era increíble porque me llevaba por sitios preciosos.
—¿Era su héroe?
—Nunca encontré a alguien como él, mi héroe. Su mano cálida, su sonrisa, sus consejos. Hacíamos planes diarios, éramos muy parecidos.
—¿Le hizo amar a Ferrol?
—Hubo un momento en el que quise comprarme una casa. Vi una oportunidad en La Moraleja (Madrid). Y él empezó a sugerirme con elegancia que en Ferrol estaría acompañada y cerca de mis orígenes, que sería mi refugio y me encontró un terreno en Covas delante de su casa. Nos quería a todos cerca, por él hice mi casa en Ferrol y no en La Moraleja. Doy gracias a Dios por disfrutar de él en sus últimos años.

—¿Ejerce de embajadora de Ferrol?
—Acabo de grabar el programa A miña gran cidade de la TVG, con un Ferrol cada vez más bonito. La ciudad pasó un mal trago, la conocí en momentos espléndidos y no me gustaba verla triste. En Madrid, alguien vinculado a Operación Triunfo la encontró decadente. Me sentí tan responsable que la tengo siempre presente. Un reel de Pasapalabra donde digo lo bonita que es tiene 300.000 visualizaciones. Es un privilegio vivir en Ferrol, me siento como un niño con un regalo. Está de moda porque la vivienda es accesible, pronto esta ciudad lo tendrá todo.
—¿Vendrán su hijo y su nuera a la Semana Santa?
—Tienen muchísimo trabajo, harán lo posible por venir estos días. Sus profesiones son muy exigentes (Javier García-Obregón Lago en banca privada y Eugenia Gil en consultoría estratégica, son unos auténticos campeones). Pero les encanta venir con su perrita Chloe, que se da unas galopadas en las playas de Cabo Prior. Son felices aquí y yo voy mucho a Madrid. Es una gozada el equipo que hicimos los tres, con mucha complicidad.
—Como modelo cruzó el mundo durante cinco años.
—Fui modelo del año con Elle en 1989 y representé a España en el concurso de la agencia Ford en Nueva York. Trabajé en Japón donde me ayudó una monja y profesora universitaria, hermana de un sacerdote amigo de mi padre. Estudié Diseño de Moda en el Iade, a veces me quedaba dormida de tanto trabajar. Nunca me pasó nada malo, pues no tenía ni un solo día de fiesta. Ser modelo en la época de las súper modelos fue como una gran carrera universitaria, aprendí muchísimo; y la segunda carrera fue entrar en la tele en el bum de las privadas. Valerio Lazarov me eligió como primera cara de Telecinco, y con Ramón García di las campanadas más vistas de la historia (13 millones de personas en TVE). Pero también renuncié a trabajar toda la semana en Barcelona con Los Lunnis, en TVE, porque no me quise perder la infancia de mi hijo. Creamos una alianza tan grande que nunca me arrepentí.
—¿Y cómo es su alianza con la boutique de Nuria Espasandín?
—Somos amigas, trabajamos juntas los estilismos y su hija (que estudia Diseño de Moda en A Coruña) aporta mucha frescura y creatividad. Aquí me siento como en casa, y Nuria es una grandísima empresaria además de mi amiga.