Alvarito se sentó en el banquillo céltico por última vez e el 29 de agosto de 1999 en un Celta-Sevilla, una tarde en la que recibió la insignia de oro del club y el homenaje de directiva, peñas y agrupación de exjugadores. El empeoramiento de su estado de salud en julio del 2005 obligó a posponer un nuevo homenaje que su peña le había preparado. Se había fijado para el que terminó siendo el día de su muerte.