David Costas pega el estirón

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

Ha pasado de ser el quinto central a convertirse en el hombre de confianza de Cardoso en la zaga

11 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El tiempo ha dado la razón a David Costas. Durante el verano insistió en que no se movería del Celta, en que quería ganarse el puesto y que le daba igual tener a otros cuatro centrales experimentados por delante. Se empeñó en vestirse de celeste y lo ha conseguido. Ha tenido que aguardar al cambio de entrenador, pero al fin está encontrando la recompensa a su trabajo. El de Chapela ha pegado el estirón y hoy por hoy es el hombre de confianza de Miguel Cardoso en el centro de la zaga. «El cambio de entrenador ha sido bueno para mí, con los partidos vas sumando confianza. Esto acaba de empezar, llevo tres partidos y no vamos a tirar cohetes. Estoy contento, haciendo las cosas bien, pero sé que puedo dar mucho más y voy a trabajar para conseguirlo», dijo tras Villarreal. Pero llegar hasta ahí no ha sido fácil.

La de David Costas es una carrera llena de vericuetos. Con 18 años Luis Enrique lo arrancó del Celta B y lo colocó en el foso de Balaídos. Siendo poco más que un chaval se encontró encadenando titularidades y asumiendo una responsabilidad excesiva. La precipitación, las altas expectativas y la exigencia acabaron pasándole factura a nivel de confianza. Una rémora que le persiguió durante mucho tiempo.

Con la llegada de Berizzo pasó a un segundo plano y en el siguiente proyecto del Toto se marchó cedido a Mallorca. Allí debía foguearse para volver más hecho y con más seguridad. Con los baleare jugó más de 2.000 minutos y al año siguiente repitió su apuesta por el Celta. Pero no salió bien y en enero del 2016 se marchaba cedido al Oviedo. Un curso más tarde sería el filial del Barcelona el destino de su tercera cesión.

El año en el conjunto blaugrana sentó bien al chapeleiro. Jugó 37 partidos de liga y llegó a debutar c a las órdenes de Valverde en Copa del Rey. Ganó en físico y confianza y eso alimentó su deseo de, por fin, ganarse un puesto en el Celta.

Costas porfió, se esmeró ante Mohamed en los entrenamientos, pero durante los primeros catorce compromisos alternó el banquillo con la grada, con la excepción del partido de Valladolid y la ida de la Copa. Pero la llegada de Cardoso le ha puesto en el escaparate. El portugués ha visto en el central lo que quiere para su equipo, buena salida de balón y capacidad de esfuerzo y sacrificio diario.

David, cuya pareja con Néstor Araujo empieza a funcionar a buen nivel, está interpretando lo que el entrenador le pide y eso ha relegado a dos veteranos aguerridos como Cabral y Roncaglia a un segundo plano. A Júnior Alonso el entrenador ni lo ha contemplado como central.

Con 23 años cumplidos, Costas está reencontrando sobre el césped la confianza y la seguridad que echó en falta en anteriores ocasiones. Dos elementos determinantes para cualquier futbolista, y más para uno con responsabilidades en la salida de balón. Un acierto en el pase que roza el 85 % le reafirma, y cada vez se muestra más aguerrido sobre el terreno de juego. La frontera que le faltaba por cruzar.