Entrenador, asignatura pendiente

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Felipe Miñambres designó tres técnicos desde su llegada a Vigo y ninguno de ellos consiguió asentarse en el puesto ni mantener el proyecto en crecimiento

22 ene 2019 . Actualizado a las 20:36 h.

Dar con el entrenador perfecto se ha convertido en la asignatura a aprobar de Felipe Miñambres desde su llegada al Celta en el verano del 2016 para suplir a un Miguel Torrecilla que hizo pleno en sus cuatro apuestas. Bajo el mandato del director deportivo actual llegaron a Vigo Juan Carlos Unzué, Antonio Mohamed y Miguel Cardoso y ninguno de ellos fue capaz de hacer desaparecer la alargada sombra de Eduardo Berizzo.

Cuando el maragato llegó a Vigo el Toto cumplía su último año de contrato y su primera gran tarea fue encontrarle sustituto. La apuesta fue Juan Carlos Unzué, con el aval del Barça y un año de pasado celeste pero sin haber ejercido de primer entrenador. El navarro mejora claramente a sus dos sucesores en el cargo, pero se marchó con unos números de lo más discretos (13 victorias, quince derrotas y diez empates en liga, 49 puntos y una nada decorosa décimo tercera posición). Dos meses antes de finalizar la competición y sin haber conseguido el objetivo de vivir por encima del ecuador de la tabla la dirección del club le comunicó que no cumpliría el segundo año que tenía de contrato previo pago de una indemnización pactada en su día.

Uno de los aspectos para prescindir del exportero era su discurso, que ni transmitía ni ilusionaba.

Fue este uno de los aspectos que empujaron a la cúpula del Celta a apostar por Antonio Mohamed como sustituto. El argentino que nunca había pasado Europa como entrenador llegó con un discurso atrevido y vigoroso, situando la clasificación para la segunda competición continental como el mínimo de exigencia para el club, pero el globo se pinchó tras un buen arranque (con siete puntos de nueve). El equipo fue menguando, sus decisiones, su preparación de partidos y su conocimiento de los rivales comenzaron a ser sospechosos y en el parón de noviembre se decidió poner fin a una aventura que desde el principio tenía pocos visos de prosperar.

Y como medida de choque se apostó por un hombre de método como Miguel Cardoso, con quien ya había contactado Miñambres en el verano después de su exitosa campaña en el Río Ave. Al final el luso se fue al Nantes y duró apenas una docena de partidos y un mes después de ser despedido en Francia encontró acomodo en Vigo. Era una apuesta por recuperar el ADN celeste pero el efecto del fichaje se difuminó por la vía rápida. Dos victorias, ante los dos últimos clasificados, y un reguero de dudas que ha llevado al equipo a la situación actual.

En tres años en el cargo, Miñambres -cuya remuneración aparece en una partida destinada a personal no deportivo para la que están consignados 1.078.655,88 y que tiene contrato hasta el 2020- todavía no ha dado con la tecla del preparador ideal para un conjunto como el Celta que en los últimos años también había logrado estabilidad en el cargo después de unos primeros años de la era Mouriño cargados de cambios. Ahora, cuando menos se esperaba, vuelve la inestabilidad.

El pleno de Miguel Torrecilla

Miguel Montes Torrecilla cumplió objetivos con los cuatro técnicos que llegaron a Vigo en su etapa de director deportivo celeste (entre el 2009 y el 2016). Cuando arribó Eusebio Sacristán era el inquilino del banquillo y su primera apuesta fue Paco Herrera, que al segundo intento devolvió al equipo a Primera División un lustro después de la caída.

En la primera temporada de regreso en la élite el extremeño de adopción fue destituido en el mes de febrero y Abel Resino fue la apuesta de emergencia. El toledano no comulga con la filosofía del Celta pero el club recurrió a él como un especialista en situaciones límite y cumplió su objetivo.

Días después de aquella salvación milagrosa del 4 % el Celta decidió dar un rumbo identitario a su proyecto y apostó por Luis Enrique, que tras una mala primera vuelta encauzó al equipo y acabó llevándose el aplauso generalizado de Balaídos cuando dejó plantados a los vigueses para marcharse al Barça. Su relevo fue Berizzo y el trienio dorado que llevó al Celta a Europa, a dos semifinales de Copa del Rey y a otra de la Europa League.

Para ese último curso ya estaba Miñambres en Vigo, pero no consiguió que el Toto continuase ni encontrarle el sustituto adecuado.