Un Celta a cara o cruz

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Joaquín de Haro

Mismos defectos, mismas virtudes. El tan esperado cambio de tendencia se quedó en una mera declaración de intenciones

05 oct 2021 . Actualizado a las 20:40 h.

Salió cruz. Mismos defectos, mismas virtudes. El tan esperado cambio de tendencia se quedó en una mera declaración de intenciones, pero sin la transferencia deseada al juego visto en el Martínez Valero. El Celta ha convertido sus últimos cuatro partidos en un cara o cruz, un pulso entre el acierto y el error, pero sin mayor evolución ni para bien ni para mal en el juego lineal del equipo.

Lo visto en Elche no ha sido ni novedoso ni sorprendente, sino que ha sido la constatación de que al equipo le está costando imponer su superioridad técnica a rivales que supuestamente anteponen el físico a la habilidad. Los últimos cuatro partidos ante conjuntos que muy probablemente transiten por la zona media baja de la clasificación, aparte de demostrar la dificultad que conlleva siempre ganar en una liga tan igualada, también han demostrado que aún falta trabajo para llegar a ser el equipo fiable del año pasado.

Fran Escribá aplicó la misma receta que solía aplicar cuando ocupaba el banquillo celeste. Buscó anestesiar al rival para que no pasase absolutamente nada en la primera parte. Cerró el equipo por dentro, mandó perseguir a los interiores celestes y puso a Raúl Guti sobre Renato Tapia y a Mascarell sobre Fran Beltrán para cortocircuitar la salida de balón celeste. Dicho y hecho.

El Celta, que no pudo correr en todo el partido, se perdió en transiciones lentas y horizontales cuando podía tener el balón y apenas inquietó a la defensa rival cuando buscó el balón largo. Los vigueses apenas arriesgaron por dentro y se echó en falta ese triángulo asociativo al primer toque entre interior, mediocentro ofensivo y lateral que acabase en la media punta para descargar el balón al otro costado del campo en busca de los espacios. Faltó frescura, movilidad, velocidad y, probablemente, algo de confianza para sacar rédito de las principales virtudes ofensivas de los vigueses.

La segunda parte comenzó peor. Tres pérdidas de balón consecutivas en el inicio del juego terminaron con un balón al área en el que la falta de contundencia y el error en el marcaje volvieron a penalizar al equipo con un gol nada más regresar de vestuarios. Los errores en área propia y el cómo recupera el equipo su posicionamiento defensivo tras pérdida son otros de los problemas que aquejan los celestes desde el comienzo de temporada, como demostró más tarde Benedetto rematando un envío directo del portero que botó dentro del área celeste.

Y pese a que el encuentro no fue bueno, en ese giro imprevisible de la moneda hasta decidir el lugar sobre el que caer, primero Denis Suárez encontró en ruptura a un Santi Mina que no pudo superar Mojica en el desenlace de la jugada, luego Thiago Galhardo, a un metro de la portería, remató contra el palo y por último a Iago Aspas le denegó el VAR el beneficio de la duda. Toca recuperar y seguir.