Rigor y orden en la victoria

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

AFP7 vía Europa Press

29 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Victoria convincente de los celestes contra el rival, contra las dinámicas y contra los elementos. En Mendizorrotza vimos la cara más amable de un equipo que supo defender con acierto el balón parado, arma más poderosa del rival, que tuvo arrestos para cambiar el signo del partido en el momento en el que la climatología parecía más adversa y que además supo sufrir para conseguir tres puntos tan importantes por su valor numérico como por su valor anímico.

Eduardo Coudet resolvió las dudas situando a Fran Beltrán y Néstor Araujo en el once inicial y le salió bien. La apuesta de Beltrán podría parecer más arriesgada por el tipo de juego del rival que por el estado en el que se encuentra el centrocampista celeste. La lucha por el segundo balón podría favorecer al peruano en detrimento del madrileño, pero la apuesta del argentino por Beltrán no solo no supuso un hándicap en la recuperación del balón, sino que mostró a un Celta que fue capaz de hacerse con el dominio del juego en los minutos más complicados del primer tiempo, tras el empate de los locales.

Joseph Aidoo y Araujo encontraron la consistencia que tanto reclamaba el centro de la zaga viguesa y se mostraron seguros ante la dificultad de parar el juego directo sobre Joselu concediendo muy poco a un rival cuyo punto fuerte es las disputas en el área.

Pero el segundo tiempo no empezó bien. Era el peor momento celeste del partido. El dominio local empieza a ser asfixiante y empieza a nevar. Los locales ahora sí parecen sacar lustre a su mejorar arma: Loum estrella al balón contra el palo. Era palpable la sensación de que por momentos el partido se escapaba. La nieve arrecia y parece querer ser el elemento desnivelador de un partido cuyos primeros 45 minutos habían dejado sensación de esperanza.

Coudet mira al banquillo y apuesta por la entrada de Franco Cervi, su primer movimiento tras el descanso, con la inclusión de Renato Tapia y Augusto Solari apenas 10 minutos después de la reanudación. Los cambios tienen sentido y el tiempo le dio la razón. Tapia aportó músculo y ese sexto sentido, no tan común, para saber dónde cae el balón en la segunda jugada. Cinco minutos después, el balón y su bota se atraían como si hubiera un imán entre ellos. Solari salió para ayudar y para ejecutar un partido en el que el centro y remate se había convertido en la mejor arma ofensiva. Javi Galán también lo entendió por su lado y uno de esos centros dio la oportunidad a Aspas de demostrar que puede fallar y acertar con una diferencia de centésimas de segundo.

Si hubiese que destacar en los celestes una virtud por encima del resto, esta tal vez fuese el orden. Un orden que se mantuvo incluso en los últimos diez minutos en los que ambos técnicos hicieron ejercicios antagónicos. Los locales llenaron el campo de delanteros y Coudet reaccionó regresando a su apuesta de final de partido con tres centrales. Jeison Murillo aportó galones y se la quitó a John Guidetti en boca de gol. Luego llegó Matías Dituro para cerrar un partido que los vigueses merecieron ganar gracias a ese rigor defensivo del que en otros partidos parecieron carecer.