Epílogo celeste

Julio Á. Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Kai FORSTERLING | EFE

25 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta ha cerrado una temporada que se puede decir que ha transitado por tres estados distintos: la preocupación inicial provocada por el mal comienzo de liga y las dificultades de los celestes en Balaídos que dieron paso a la ilusión que se generó con la mejoría del juego y resultados acaecida en los albores del 2022. Una situación que se tornó en resignación tras la derrota en Villarreal, que dejó al club sin opciones ni por arriba ni por abajo con todavía dos meses de competición por delante. Dos meses en búsqueda de objetivos menores, lo que de por sí incluso podría haber sido peligroso de cara a la dinámica y sensaciones con las que el equipo y afición se pudieran quedar de cara al comienzo de la nueva temporada.

Resumiendo…

De la ilusión a la preocupación. El final de temporada pasado había infundado en la afición esperanzas de cara al nuevo estreno liguero. Con llegada de Eduardo Coudet, los celestes habían recuperado su verticalidad, su intensidad en la presión, su atrevimiento y su capacidad para transitar hacia delante o hacia atrás con rapidez. Sin embargo, el Celta no comenzó bien. Entre que el modelo de juego necesitaba un punto de chispa que los celestes no tenían cuando comenzó el campeonato. Entre que el jugador más importante del equipo tampoco arrancó marcando las diferencias como nos tenía acostumbrados y entre las asiduas convocatorias de los internacionales que hicieron mella en jugadores hasta aquel entonces tan importantes como Renato Tapia y Néstor Araujo, el equipo se vio inmerso en una situación que sin ser alarmante no era la esperada.

El problema en Balaídos. Con la falta de ese ritmo necesario, el Celta no era reconocible y más aún cuando le tocaba actuar de local. Lo que en principio parecía una anécdota, se fue consolidado como problema hasta el punto de llegar a diciembre siendo el equipo con más derrotas como local. La falta de una presión alta coordinada, las deficiencias defensivas por dentro, la falta de velocidad en la circulación de balón y la falta por momentos de alternativas tácticas cuando el juego se atrancaba lastraron a un equipo que se encontraba más cómodo jugado como visitante que como local.

Un patrón de juego muy definido. Pero Coudet se mantuvo firme en su modelo de juego independientemente de quién tuviera en frente. Una idea que aportaba seguridad, pero que restaba flexibilidad y eso lo notó un equipo que ha sido de los que menos ha tirado de los jugadores de banquillo. El Celta mantuvo un once muy definido en el que solo Joseph Aidoo y Fran Beltrán consiguieron hacerse un hueco desbancando a Tapia y Murillo. Esa tranquilidad y confianza en su idea mostrada por plantilla y cuerpo técnico en los momentos difíciles finalmente fue un plus que ayudó a recuperar la confianza.

Mejora de las prestaciones defensivas. Tal vez sea uno de los cambios más notorios que ha vivido el equipo. Las entradas de Aidoo, Cervi y Beltrán recondujeron a un equipo que encontró su punto de inflexión en las postrimerías del 2021 venciendo al Espanyol. La llegada del ghanés dio consistencia al eje de la zaga y el de Seseña consiguió desbancar a Tapia ofreciendo un mejor rendimiento ofensivo e igualando el defensivo. El trabajo defensivo de los jugadores de la segunda línea en las ayudas fue otro de los factores claves. 43 goles encajados y 14 porterías a cero es un buen balance para un Celta acostumbrado a números más altos.

Aspas como factor diferencial. El mejor delantero español de los últimos años es una garantía de seguridad y él solo ya aporta la tranquilidad suficiente para estar como mínimo en mitad de tabla. Su presencia fue creciendo a medida que avanzaba la competición y esto lo notó el equipo. Sin embargo, los celestes acabaron con el menor número de goles de las últimas temporadas, tantos como los encajados. Para reflexionar…

En la tierra media. La derrota en Villarreal dejó un difícil escenario. Tener Europa tan lejos como el peligro de descender provocó que al Celta le sobraran dos meses de competición. Dos meses en los que los vigueses mostraron luces y sombras propias de su situación clasificatoria. Véase cómo cambió el equipo entre su victoria en San Mamés y la derrota de tres días después ante el Getafe. Por otro lado, desde la dirección técnica tampoco se creyó conveniente aprovechar este tiempo para buscar alternativas a las ya conocidas tanto en el modelo de juego como en quien lo ejecuta.

La cantera. Tirar de la cantera no suele ser un recurso fácil y parece haber sido menos fácil en el Celta, no se sabe muy bien por qué. Lo cierto es que hubo momentos en los que los célticos llegaron a ir con lo justo en determinadas posiciones como puede ser la delantera. Solo muy al final pareció que la situación se normalizó en cierta manera. Para analizar…

Y, después de todo, la realidad que me transmite este año es que en una liga tan igualada pero que en la que las sorpresas cada vez son menores mal que nos pese, el Celta ha terminado donde por presupuesto y límite salarial ha debido terminar, posición arriba, posición abajo. Que se le podría haber exigido estar más cerca de la lucha por Europa, puede ser. Pero lo que es cierto es que el Celta ha sido solvente en su justa medida y tanto al trabajo de la plantilla como del cuerpo técnico hay que darles un bien, tal como se hacía antes en la EGB. Y hasta aquí mis opiniones…